jueves, 5 de mayo de 2011

VIOLENCIA DE GÉNERO Y ALCOHOL

 






Contraportada: Violencia de género y Drogas
La Pasión de Eva
Al límite de este verano de 2005 escuchamos en las noticias las peores cifras de violencia doméstica en lo que va de año: 3 mujeres asesinadas el último fin de semana de agosto, una diaria. 18 Víctimas durante el total del verano, desde que encontrasen a M. Mami estrangulada en su domicilio el 1 de junio, cuando aún otras diecisiete mujeres seguían vivas, que no a salvo de la locura de sus compañeros.
Oímos que el verano es una etapa especialmente drástica. La convivencia, de por sí conflictiva, se ve exacerbada por el mayor roce. 3 Víctimas en los últimos tres días, 18 en los últimos tres meses, 41 mujeres asesinadas en 2005 antes de que se acabe este agosto.
¿Por qué el amor se convierte en terror? El hombre que te ama: el mismo que te mata. Cuando el amor y el dolor se conjuran en las mismas manos, y el bien y el mal conviven en la misma persona, emergen las raíces más abyectas e irrespirables del ser humano. En la intimidad más vulnerable y entregada nadie está preparado para la amenaza, es allí donde el terror consigue su realización plena.
La locura del odio tiene remedio, nos dicen psicólogos y expertos. Y en las ruinas del espíritu los más humanistas buscan incansablemente una explicación, que acaso pudiese topar finalmente con las puertas tapiadas de la droga.
El Acusado bebía, Señoría
"Esnifaba cocaína y llegaba borracho de madrugada. Muchas veces me despertaba a mí y a los niños y nos pegaba a todos... En los peores momentos recibía dos palizas diarias" denuncia Fátima, víctima de malos tratos.
Los testimonios alusivos al alcohol, entre otras sustancias probables que consume el maltratador, son frecuentes en los casos de violencia de género. Cuando las encuestas buscan motivos acólitos que pudiesen favorecer las agresiones, el 90% de los consultados refiere al consumo de alcohol y drogas.
Otro dato apunta que los usuarios habituales de alcohol, cocaína, heroína y finalmente todas las drogas a excepción de las benzodiacepinas, son en su gran mayoría hombres (en un 80%, más o menos, frente al 20% de mujeres).
Pero, ¿cuál es la incidencia real de las drogas en la violencia doméstica? El consumo de sustancias desinhibe al maltratador y potencia el comportamiento violento, pero los profesionales advierten: "Muchas veces las drogas no son la causa de la violencia sino la excusa." (José Ramón Landaroitajauregi, experto en terapias con parejas en situaciones de violencia). "Cuando un asesino repunta, enseguida los expertos lo catalogan como un drogadicto o un psicópata. Con el "presunto" asesino de Elche, que ha matado a mujer y dos niños a martillazos -acaecido el 14 de abril de 2005-, han convergido ambos diagnósticos. Sin embargo, tengo una explicación alternativa...
Estoy convencido de que había ejercido violencia contra su mujer con anterioridad. La noche del asesinato había salido a beber con un compañero de trabajo. Recayó en el consumo de cocaína del que era adicto en desintoxicación y, en ese momento, añoró la época en la que era representante de ferretería, en una vida paralela en la que se drogaba y divertía sin responsabilidad. Mujer e hijos eran un lastre...
"La cocaína la ingirió como energizador de una conducta homicida premeditada." (Andrés Montero Gómez, presidente de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia).
Drogas antes de una violación
Una resolución médica comienza a ser habitual en las urgencias por casos de violación: la víctima ingirió drogas. ¿Qué tipo de drogas?
¿Qué tienen en común el GHB o ácido gammahidroxibutírico y el Rohipnol o flunitracepam? Ambas sustancias son incoloras, inodoras e insípidas. Su creciente consumo de los últimos años, en fiestas y otras citas, ha incluido una particularidad: su consumo involuntario. Por sus características, este tipo de drogas imperceptibles se añaden a la bebida de la víctima en un momento de descuido, quedando así a merced de su acompañante. Tanto así que el GHB y el Rohipnol se han dado a conocer como las drogas de la violación por acompañante o cita ("date rape").
En una atmósfera de confianza y cercanía, en una fiesta o una cena íntima, la víctima pierde conciencia del peligro. Entonces, de nuevo el acompañante o la pareja es la principal amenaza, el maltratador o violador potencial con el que podría estar compartiendo una copa o una charla tranquila los instantes previos a la agresión.
La droga deja de ser en estos casos un mero acicate eventual para convertirse en el instrumento mismo del acto violento frío y calculado, infligido a una persona completamente indefensa, inconsciente tras la ingestión de estos compuestos depresores del sistema nervioso central.
Cursadas varias horas, la víctima recupera la conciencia entre el malestar y la confusión. Trata de recordar, pero la memoria apenas le responde con algún flashback de comienzos de la noche: sólo momentos de euforia y recreo, que van velándose a cada paso por una incertidumbre de melancolía viva, turbia. Hasta que finalmente decide ponerse en contacto con un médico o con la policía.
El feminicidio de Ciudad Juárez
El fenómeno de la violencia de género conoce un lugar cerca de la frontera de El Paso, Texas, lejos de las grandes urbes, donde el horror se complica hasta el rechazo físico que produce su mera consideración.
Como una pesadilla engendrada que viese las luces de la realidad, Ciudad Juárez, al norte de México, se ha convertido en un auténtico cementerio de mujeres. Un agujero negro de tortura y muerte para más de 300 mujeres desde hace ya 15 años. Crímenes rituales que cumplen un proceso de secuestro, tortura, abusos sexuales, mutilaciones y estrangulamiento, que siguen repitiéndose aun hoy con total impunidad en un lugar que se nos antoja lejano e irreal ante la imposibilidad de asimilar la voracidad de su certeza.
El 26 de septiembre de 2003, una delegación de expertos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito visitó Ciudad Juárez. El informe que emitió un mes después sumaba a los pretéritos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2002), Amnistía Internacional (octubre de 2003) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (octubre de 2003). En concreto, los informes puntualizan:
Además de la misoginia y de la violencia familiar, inciden en el feminicidio de Ciudad Juárez la presencia del crimen organizado ligado al narcotráfico, pero no sólo a éste, así como la colusión de la policía y otras autoridades, que favorece la impunidad.
Los escenarios de la violencia de género
Fuera de los infiernos domiciliarios que viven las víctimas más cercanas a nosotros, a un metro diario de nuestro puesto de trabajo o subiendo quizá la misma escalera de vecinos; lejos, casi en otro mundo, viven mujeres aterradas en muladares de miseria y condenación, pozos infectos de pobreza y droga donde las perdedoras del mundo sobreviven gracias a un coraje que es tan irreal para nosotros como toda su existencia.
Cuentan que en las barracas de la prostitución de los suburbios centroamericanos, los proxenetas obligan a las prostitutas a consumir crack y heroína hasta que se enganchan, convirtiéndose luego en sus camellos y haciéndolas así dependientes de sus servicios.
La droga, que tiene la virtud de pasar por rendijas apuradas como filos, se cuela en los escenarios de la violencia de género igual que esos indicios inesperados que los detectives de las películas manejan como piezas de un puzzle.
Cuando haya resuelto el caso, el psicólogo, que es otro detective, tendrá ante sí la imagen que devuelve un puzzle armado; la instantánea de una historia de machismo y sentido de la posesión con final de página de sucesos, cuyo decorado puede evocar el interior de una mansión de lujo o la panorámica de un gueto asiático indistintamente: "Todas son nuestras hijas, todas son nuestras muertas", dicen las madres de Ciudad Juárez.
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Barcelona (España)
  15 de Abril de 2009
El alcohol está presente en casi el 50% de los casos de violencia de género.
• Así lo demuestran algunos estudios internacionales
La Fundación Salud y Comunidad desarrolla desde noviembre de 2000 el Proyecto Malva, un programa preventivo de la violencia de género asociada al abuso del alcohol. Aunque existe constatación del enorme daño social derivado de la violencia en el ámbito doméstico, y de la influencia del alcohol en este proceso, existen muy pocas iniciativas para prevenir este fenómeno. La relación entre la violencia de género y el alcohol está avalada por diversos estudios internacionales, entre ellos de organismos como la OMS.
Alrededor de un 50% de los casos de violencia de género están vinculados al consumo del alcohol, según fuentes de la Fundación Salud y Comunidad. Tomando como referencia el proyecto promovido por la OMS “Estudio Internacional Sobre Género, Alcohol y Cultura Proyecto Genacis”, que coordina el Instituto Suizo para la Prevención del Alcohol y los problemas de drogas (SIPA), el equipo responsable del Proyecto Malva de la Fundación Salud y Comunidad ha observado que el exceso de alcohol es determinante en muchos casos.
El “Proyecto Genacis” tiene como objetivo establecer relaciones entre el consumo de alcohol y los roles sociales, victimización y violencia, y la igualdad de género. Este estudio de la OMS concluye que existe una asociación negativa entre abuso de alcohol y la calidad de la relación de pareja.
En esta investigación se mantiene que la presencia del alcohol en el escenario de las agresiones es muy elevada en situaciones de malos tratos. Cerca de la mitad de las personas involucradas en las agresiones (47%) había estado bebiendo con anterioridad a estos episodios, bien sea el agresor (25%), bien el agresor y la víctima (16,7%) o bien sólo la víctima (3,5%).
Paralelamente, varias investigaciones de carácter internacional (Chase, K. A., O’farrell, T. J., Murphy, C. M., Fals-Stewart, W., Murphy, M.), han puesto de manifiesto desde hace aproximadamente tres décadas, que el abuso de alcohol y la violencia de género se dan frecuentemente en las mismas familias, representando el alcohol un factor de riesgo para la presencia de la violencia familiar.
Por otra parte, según la nota descriptiva de la OMS, “Violencia infligida por la pareja y alcohol” (2006), el consumo de alcohol es uno de los principales factores de riesgo de violencia de pareja y demuestra estar íntimamente ligado a dicha violencia. En este estudio se mantiene que en EEUU, en Inglaterra y en Gales, las víctimas creían que su pareja había estado bebiendo antes de una agresión física en el 55% y el 32% de los casos respectivamente. Por otra parte, en Australia, el 36% de los homicidas de su pareja estaban bajo los efectos del alcohol en el momento del incidente. Otro dato relevante sería que en un estudio reciente realizado en varios países (Chile, India, Egipto y Filipinas) se señaló en todos ellos el consumo habitual de alcohol por parte del cónyuge o la pareja como factor de riesgo de cualquier acto de violencia física de pareja a lo largo de la vida.
Así pues, queda demostrada la importancia de la necesidad de prevención en este campo de intervención complejo y multivariable, señala el equipo del Proyecto Malva de la Fundación Salud y Comunidad.

PROYECTO MALVA, PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO ASOCIADA AL ABUSO DEL ALCOHOL
El programa se lleva a cabo en tres comunidades autónomas: Comunidad Autónoma de Madrid, Comunidad Valenciana y Cataluña, y está subvencionado por el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad y Consumo y por la Consellería de Sanitat de la Generalitat Valenciana.
Los objetivos básicos del proyecto consisten en informar y sensibilizar a la población general, (potenciales) víctimas, y (potenciales) agresor@s sobre los mecanismos que desencadenan los procesos violentos haciendo especial énfasis en el papel del alcohol, y sobre los recursos asistenciales al respecto.
Otro objetivo se centra en la detección precoz de los casos de violencia familiar, a través de la formación de profesionales de diferentes ámbitos (socio sanitarios, de drogodependencias, medios de comunicación, etc.) proporcionando pautas de actuación para el diagnóstico y la intervención y contribuyendo a la unificación de criterios entre los diversos campos de trabajo.
En este sentido, y desde sus inicios, ha incidido en la creación de materiales de prevención, entre los que se encuentran guías de actuación para profesionales, manuales sobre el abuso del alcohol y la violencia de género, trípticos preventivos para concienciar a la población, etc.
EL ALCOHOL, UN FACTOR DE RIESGO PARA LA VIOLENCIA FAMILIAR
Según el equipo del Proyecto Malva, el alcohol es una de las drogas más consumida de las sociedades industrializadas. Las consecuencias negativas de este consumo pueden aparecer tanto en forma de problemas de salud física, como de comportamiento (malos tratos, accidentes), con lo cual su uso abusivo se convierte en un problema social. De hecho, es uno de los principales problemas de salud pública en nuestra sociedad. De ahí la importancia de programas preventivos como el Proyecto Malva.
Desde el Proyecto Malva se destacan los efectos inmediatos del consumo de alcohol: agresividad, prepotencia, exaltación del ánimo, mayor seguridad en uno mismo, disminución de las inhibiciones, sensación de euforia, etc. Por ello, la influencia en el comportamiento del/la agresor@ resulta evidente, según indica el equipo responsable.
La Fundación Salud y Comunidad es una organización sin ánimo de lucro que se marca como objetivo favorecer las iniciativas destinadas a promover la salud comunitaria y el bienestar social. Sus ámbitos preferentes de actuación son la prevención y atención de la violencia de género, drogodependencias, sida, educación para la salud, servicios de ayuda a domicilio, reinserción de reclusos y ex reclusos, y atención a personas con minusvalía física y a la Tercera Edad.
Artículo tomado de :portalesmédicos.com

 

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