viernes, 29 de julio de 2011

PERSONALIDAD Y ALCOHOL


TRASTORNOS DE ANSIEDAD INDUCIDOS POR ALCOHOL
Entre ellos se encuentran los trastornos por ansiedad generalizada, los trastornos por angustia, los obsesivo-compulsivos y los fóbicos. En estos trastornos la ansiedad, descrita como la anticipación aprensiva de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia o de síntomas somáticos de tensión, es lo que predomina.
En el caso de que el trastorno sea con ansiedad generalizada el paciente presentará una preocupación excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades, le será difícil controlar su estado de constante preocupación y presentará al menos tres de los siguientes síntomas: inquietud, fatigabilidad, dificultad de concentración, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño.
Estos trastornos le provocarán malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su vida. Si el trastorno se presenta con crisis de angustia el paciente presentará de forma temporal y aislada una marcada sensación de miedo o malestar y algunos de los siguientes síntomas físicos: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, atragantamiento, opresión torácica, nauseas, mareo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar como separado de uno mismo), miedo a perder el control, a morir, hormigueos y escalofríos o sofocaciones.
Si el trastorno por ansiedad se presenta con síntomas obsesivo-compulsivos, el cuadro se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones, entendiendo como obsesiones la presencia de pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que son intrusas e inapropiadas, y causan ansiedad o malestar significativo, que no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real, sino que son producidas por su propia mente a pesar de su esfuerzo por ignorarlas o neutralizarlas. Se entiende por compulsiones los actos mentales o los comportamientos de carácter repetitivo que intentan prevenir o reducir el malestar de las obsesiones.
Cuando el trastorno cursa con síntomas fóbicos, estos pueden ser por fobia específica o por fobia social. En este segundo caso, más frecuente, el paciente presentará un temor acusado y persistente por una o más situaciones o actuaciones en público que le lleva de forma casi invariable a una respuesta inmediata de ansiedad, que el individuo reconoce que es excesiva o irracional e interfiere acusadamente con la rutina normal del individuo.

VIOLENCIA Y SUICIDIO
Tal y como se dijo al final de la descripción de los cuadros depresivos, y con una marcada relación con la salud mental, existe un binomio que es el de alcoholismo y violencia. El alcohol tiene una influencia directa sobre el sistema nervioso central y afecta seriamente a las funciones cognitivas superiores del cortex prefrontal, lo cual altera la capacidad de autocontrol. Se ha observado en una serie de estudios una relación dosis-respuesta entre la gravedad de las lesiones producidas por la violencia y el consumo de alcohol. También se establecen relación entre la ira descontrolada y los trastornos depresivos mayores.
La violencia puede presentarse de diversas formas. Una de ellas es la heteroagresividad y por supuesto la conducta suicida. Se estima que el riesgo de suicidio en los alcohólicos es entre 60 y 120 veces superior al de la población general y se ha establecido una jerarquía de riesgo para el suicidio que es, por orden de importancia: tener más de 44 años; dependencia del alcohol; ser irritable, colérico o violento; una conducta suicida previa; ser varón; reacio a aceptar ayuda; mayor duración de lo usual de la sintomatología depresiva y otras causas que tienen menor relevancia.
Además el alcohol agrava cualquier trastorno mental previo que la persona pueda padecer y hace que tanto el trastorno, como el abuso de alcohol, tengan una peor evolución que si se diera solamente uno de los trastornos.
TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Otros trastornos de gran importancia en salud mental y con marcada prevalencia entre los pacientes con problemas relacionados con el consumo de alcohol son los trastornos de la personalidad.
La personalidad se concibe actualmente como un patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y de aprendizaje y en última instancia comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, afrontar y comportarse de un individuo. Sólo cuando los rasgos de personalidad son inflexibles y desadaptativos y causan un deterioro funcional significativo o bien malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la personalidad.
La relación entre el consumo de alcohol y la personalidad se ha basado, de forma tradicional, en la búsqueda de una personalidad adictiva. En la actualidad la investigación psicopatológica ha abandonado esa línea de investigación para centrarse en la relación entre los diagnósticos de personalidad específicos y el consumo de sustancias en general.
Los datos encontrados muestran claramente la existencia de una relación entre algunos trastornos de la personalidad y el alcohol, siendo los más asociados el trastorno antisocial de la personalidad y el trastorno límite de la personalidad. Con respecto al primero de ellos destaca su incapacidad de aprender de la experiencia y su dificultad de control sobre los impulsos. La asociación de este trastorno de la personalidad y del alcoholismo tiene pero pronóstico que uno sólo de estos diagnósticos.
En lo que respecta al trastorno límite de la personalidad, cuando se da junto al alcoholismo aumenta el riesgo de conductas autodestructivas y los trastornos del humor.

PERSONALIDAD DEL ALCOHÓLICO
Lic. Yusi Cervantes Leyzaola
No sabemos con certeza el porqué del alcoholismo. Lo que sí sabemos es que es una enfermedad física, mental, espiritual, emocional, familiar y social. Sabemos también que es progresiva y mortal y que no tiene cura: solo se puede controlar. El enfermo alcohólico que deja de beber y que sigue un programa de crecimiento personal como el de Alcohólicos Anónimos, puede tener una vida sana, productiva y feliz, pero seguirá siendo alcohólico toda su vida.
Se han investigado, por supuesto, los antecedentes familiares. Se ha encontrado que el alcohólico puede tener o no una familia de origen disfuncional -evidentemente esta última agrava el problema-. Por supuesto, los maltratos, la soledad, la falta de protección, la falta de valores, el medio ambiente hostil, la influencia de supuestos amigos que consumen drogas y alcohol y factores personales como una pobre autoestima son factores que precipitan el problema y favorecen que el alcoholismo se desarrolle con más rapidez. Algunos investigadores consideran que hay un factor congénito relacionado con la insuficiencia de ciertas sustancias en el cerebro, lo que explicaría ciertos rasgos de la personalidad que se presentan en el alcohólico aún antes de comenzar su carrera de embriaguez y que permanecen una vez que deja de consumir alcohol, a menos que entre en un proceso que lo lleve a mejores estados de conciencia y madurez. Los alcohólicos que se han recuperado plenamente (es decir, no sólo físicamente) saben, con toda seguridad, que no es suficiente con dejar de beber, independientemente de si esta personalidad tiene su origen en un factor congénito, conocerla nos puede permitir prevenir el problema, por un lado, y lograr una mejor recuperación, por el otro.

En cuanto a la prevención, cuando los padres o educadores, o la persona misma detectan estas características de personalidad, vale la pena buscar un modo de superar estos problemas, desarrollando en la persona la autoestima, la capacidad de comunicarse, la capacidad de amar y de recibir amor, entre otras cosas. Estas características no son exclusivas del alcoholismo y deberán enfrentarse siempre que se les encuentre. Muy especialmente cuando el alcoholismo ya se ha manifestado y se busca que la persona se recupere. Se trata de que se integre interiormente y que se integre a la familia y a la sociedad.

Algunas de las características de personalidad del alcohólico son las siguientes:
-Inmadurez e inaccesibilidad emocional.
-Dependencia emocional.
-Necesidad de llamar la atención.
-Incapacidad para amar, para dar y recibir. Sin embargo puede hablar muy bien del amor, como sucede en el caso de poetas, escritores y compositores alcohólicos.
-Problemas sexuales tales como homosexualidad latente, promiscuidad o inseguridad sexual.
-Soledad existencial. Se siente solo, escéptico, diferente, ajeno a todo. Compensa esta situación rodeándose de personas que le den por su lado y lo admiran, con frecuencia de menor edad o de una condición social inferior, entre las que el alcohólico destaca.
-Impulsividad. Actúa por impulsos cortos. No es constante, no persevera casi en nada. En compensación, puede ser compulsivamente disciplinado en una o dos disciplinas.
-Vive en un mundo de fantasía, sueña con frecuencia, lo que lo lleva a mentir.
-El alcohólico tiene un miedo vago a todo y a nada: una angustia existencial. Como consecuencia y compensación a sus miedos. Puede desarrollar una conducta agresiva.
-Incapacidad para integrarse. Como el alcohólico está desintegrado interiormente, no se acepta a sí mismo y se evade, tampoco puede integrarse a un grupo (a menos que sea para tomar). Pero muchos de ellos desarrollan una habilidad especial para manipular, controlar y dirigir a los demás. Puede dirigir grupos pequeños o grandes masas.
-Es muy sensible emocionalmente. Todo lo conmueve. Los demás consideran a veces que los alcohólicos son fuertes, pero en realidad son frágiles y endebles. Sin embargo, el consumo del alcohol los lleva a una anestesia emocional.
-Incapacidad de tolerancia a la frustración. Es introvertido, tímido, inseguro. Ante un fracaso genera resentimiento hacia los demás y autocompasión. Se siente a la vez culpable y víctima, y en suma, desdichado.
-Incapacidad de tolerancia al sufrimiento. No se enfrenta a él: se fuga.

EN ETAPA ACTIVA
El alcohólico en etapa activa también presenta estos rasgos:

-Marcados cambios en su forma habitual de comportarse cuando entra en contacto con el alcohol. Puede mostrarse notablemente desinhibido. Si suele ser frío, seco, puede volverse afectuoso; si es tranquilo, puede comportarse agresivamente; si es introvertido actúa en forma sociable…
-Constante negación de su enfermedad. Es habitual la frase: "Yo no soy alcohólico".
-El enfermo es cada vez más esclavo del alcohol.
-Hay frecuentes períodos de depresión y desesperanza. Esta se acentúa en la etapa de desintoxicación. Tiene conductas autodestructivas -además del consumo de alcohol- y un constante auto rechazo. Tiene pensamientos fatalistas, como el de considerar "¿Qué importa ya?".
-Sentimientos de culpa e impotencia ante los constantes fracasos por controlar su enfermedad y su vida, y también por el daño que causa a los suyos.
-Sentimientos falsos, exagerados y/o distorsionados, lo que lleva a cometer actos que sobrio no cometería como agresiones, encuentros sexuales, etc.
-Tiene bajo contacto con la realidad. A medida que avanza la enfermedad aumentan los rasgos esquizoides -preocupaciones paranoicas (cree que alguien quiere hacerle daño), alejamiento de los demás, fantasías de omnipotencia-.
-Tiene un yo débil y paulatinamente va perdiendo el contacto con ese yo.
-Su autoestima, su responsabilidad y su autocontrol son débiles y se debilitan cada vez más.
-Entra en luchas por cuestiones relacionadas con el dominio-sumisión.
-Su dependencia lo hace confiar irracionalmente en agentes externos (una gran dependencia) para lograr seguridad, protección, amor, comida, aceptación, comodidad. Y para lograrlo usa la exigencia, la manipulación y el chantaje.
-Usa una fachada agresiva de actividad vigilante respecto a la satisfacción impulsiva de sus deseos o a la búsqueda de protección.
-Cuando la intoxicación por alcohol continúa durante el tiempo y con intensidad suficiente, desemboca en síndromes irreversibles. Uno de ellos puede ser la desintegración de la personalidad y el otro la demencia. En la desintegración de la personalidad comienza a desestructurar todo lo adquirido por la educación: normas éticas, modales. El alcohólico va descendiendo en la escala social y profesional. El abuso alcohólico le produce fases de agresividad, crisis de furia y se vuelve antisocial, hasta que tiene que ser internado en un hospital psiquiátrico en forma permanente. La demencia es un deterioro grave de la inteligencia. El alcohólico pierde los conocimientos y las habilidades que tenía bien aprendidos - incluidas las de su trabajo-.
Es importante señalar que no todos los alcohólicos tienen estas características. Una persona puede no tener alguna o muchas de ellas, y ser alcohólico, porque lo que define al alcohólico es su pérdida de libertad frente al alcohol. Ante el que siente una auténtica e irresistible apetencia frente a la que su voluntad fracasa. Pero esto es algo que el alcohólico suele negar: "No es irresistible -dicen- puedo dejar el alcohol cuando quiera…", y sigue cayendo, destruyendo su vida y la de los demás.
Ojalá, considerar estas características de la personalidad del alcohólico permita que algunos se detengan a tiempo, y que otros, que están ya en la etapa de la recuperación, sean más conscientes de que no es suficiente con dejar de beber; hace falta también un desarrollo personal y un crecimiento espiritual.
Revista ANUDANDO, Consejo Estatal Contra las Adicciones del Estado de Querétaro,
Año 3, Edición 17, Mayo-Junio 2002.


lunes, 18 de julio de 2011

!PARECE NORMAL¡












ALCOHOL Y HERENCIA

AVANCE CIENTIFICO
El alcoholismo, una herencia peligrosa 

Los hijos de alcohólicos corren un riesgo de 4 a 6 veces mayor de padecer la enfermedad. La causa es genética, según un estudio español. 

Por Julia Tortoriello
informedeldia@claringlobal.com.ar 

El alcohol es considerado una droga social. En nuestro país, durante los últimos años el consumo entre jóvenes aumentó en forma muy significativa. En la mayoría de los casos, los detonantes del consumo suelen ser culturales, ambientales y sociales. Sin embargo, un nuevo estudio realizado en España revela que en las familias en las que hay varias generaciones de alcohólicos existe una predisposición genética de 4 a 6 veces mayor a padecer la misma adicción. Los grandes bebedores pueden dividirse entre quienes toman en exceso y quienes padecen la enfermedad, esto implica tener una dependencia física con la bebida alcohólica.

“Este estudio analizó el componente genético de vulnerabilidad en el desarrollo de enfermedades psiquiátricas complejas, como es el alcoholismo”, afirmó el Dr. Miguel Ángel Jiménez Arriero, Jefe del Servicio de Psiquiatría y Coordinador de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital 12 de Octubre de Madrid. En diálogo con Clarín.com aseguró que “si bien en la historia y evolución de la medicina moderna el concepto de genoma es reciente, ahora ya ha quedado viejo dando paso al concepto de ambioma”. Esto contempla la modificación de los genes en virtud de la relación entre los individuos y el ambiente. Es decir, una de las variables que inciden en la modificación de conductas es también la genética.

En la investigación realizada en 150 pacientes españoles es que la causa genética del alcoholismo proviene de una alteración de los
genes relacionados con el sistema cerebral de recompensa. En este sentido, el resultado más novedoso del estudio es que en los pacientes alcohólicos con esta carga genética, desarrollan la enfermedad a edades tempranas y tienen ciertas características de personalidad. Son más antisociales o antisistema, con rasgos agresivos y tienen una evolución más grave de la enfermedad, en la que se puede llegar a morir. El descubrimiento reside en que estas personas compartían algunas variantes particulares de esos genes.

“En el alcoholismo el factor genético puede ser hasta en un 60% determinante”, afirmó Jiménez Arriero. En familias con antecedentes lo que aumenta es el riesgo y la predisposición. El especialista aclaró que en muchos países se han seguido estudios acerca de las conductas anómalas o enfermedades psiquiátricas severas en busca de los orígenes de los componentes biológicos. “En el caso de las adicciones, las causas pueden provenir de la herencia por el aprendizaje social. Por ejemplo, un niño que crece en el seno de una familia de alcohólicos o por la cuestión genética”, enfatizó el médico.

En nuestro país, los entendidos en el tema coinciden con el descubrimiento español. “Hace más de 20 años que en el mundo se investiga y se ha comprobado a través de varias experiencias que existe un predisponerte y condicionante genético en el alcoholismo” aseguró el Dr. Camilo Verruno, Subsecretario de Planificación, Prevención y Asistencia de SEDRONAR. Lo novedoso fue poder establecer la incidencia de 4 a 6 veces mayor de padecer la enfermedad por los antecedentes familiares. “Se dice que no es adicto el que quiere sino el que puede. Hay personas que beben mucho pero que no se vuelven dependientes físicos, en todo caso se trata de casos de abuso de alcohol”, aseguró Verruno, quien también se desempeña como Profesor de Salud Mental en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

En la Argentina, las últimas cifras arrojadas por el informe preliminar del Segundo Estudio Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas realizado en forma conjunta por el INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) y el SEDRONAR (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y lucha contra el Narcotráfico) alertan sobre la tendencia al consumo temprano de alcohol. Este informe reveló que39 de cada 100 menores de la población de adolescentes argentinos de entre 12 y 15 años ha probado alcohol. En este grupo las chicas se incorporan al consumo e incluso superan a los varones (40% mujeres y 38 % varones). En el caso de la población de 16 a 65 años, la proporción aumenta en forma significativa ya que 73 de cada 100 personas respondieron haber consumido alcohol durante el último año. Y en este grupo, los hombres predominan en el consumo de bebidas etílicas. Estos datos no implican que sufran la enfermedad, pero implican una tendencia y un llamado de atención.

“La escuela chilena, con el Dr. Jorge Mardones a la cabeza, fue pionera en esta línea de investigación genética. El estudioso demostró que 
el par 11 del cromosoma sería el responsable del alcoholismo y de otras adicciones”, señaló Verruno También mencionó otras investigaciones realizadas en Estados Unidos a través de los que separaron a hijos con historias familiares de más de 20 años de alcoholismo, tanto del padre, de la madre o en ambos casos. Estos chicos fueron criados por familias sustitutas. Y en muchos casos, esas personas demostraron tener una predisposición biológica al alcoholismo, una cierta tendencia a la enfermedad o abstinencia absoluta (otra de las conductas típicas de hijos de padres alcohólicos).

José, servidor de la oficina de servicios generales de Alcohólicos Anónimos de Argentina, emitió su opinión personal a Clarín.com: “se habla de un aspecto genético del alcoholismo. Pero no es que se hereda, sino que aumenta la predisposición. Sin dudas los hijos de alcohólicos conforman una población de riesgo, hay que advertir sobre esto”. 
http://edant.clarin.com/diario/2005/01/11/conexiones/t-902285.htm

El Factor Genético del Alcoholismo 
Tomado del Libro : LAS FAMILIAS ALCOHÓLICAS,
Autor : Dr. Ernesto Lammoglia,
Editorial Grijalbo (2000).
 Se ha comprobado que existe un factor hereditario que conlleva la propensión al alcoholismo dentro de una familia. Pero a diferencia de las herencias, como tener ojos azules o un cierto talento para el arte, no se acepta o ni siquiera se considera que el alcoholismo se transmita por los genes. Generalmente, la herencia alcohólica se ve más como "una debilidad en la fibra moral". Es un mito que los alcohólicos tienen una voluntad débil o son egoístas, el alcoholismo sí es de familia y se transmite genéticamente, no por la mente o el medio ambiente sino por la química del cuerpo, y como todas las cosas heredadas, se manifiesta sin distinción entre ricos y pobres, cualquier raza, religión o grupo étnico.
 Algunas veces este componente hereditario parece estar oculto por el hecho de que los padres o los abuelos nunca tomaron el alcohol. Cualquiera que sean las razones (ya sean de origen religioso médicas o sociales) que detuvieron a la generación anterior a beber, también detuvieron la posibilidad de mostrar su vulnerabilidad al alcohol.
 En un estudio realizado en 1973, Donald W. Goodwin encontró que los hijos de padres alcohólicos tenían una propensión tres veces mayor a volverse alcohólicos. El estudio se realizó con adultos que habían sido adoptados por familias de no alcohólicos. También comprobó que los problemas mentales no causan alcoholismo.

En Estados Unidos de Norteámerica, la " American Medical Association " ha reconocido al alcoholismo como una ENFERMEDAD desde 1956 y está "explorando activamente" las legislaciones para que se considere como tal.
En su libro Alcoholismo : La herencia Genética, la escritora Kathleen Whalen Fitzgerald apoya fuertemente el argumento de que el alcoholismo no solamente es una enfermedad, sino que se pasa de generación en generación a través de la HERENCIA.
 En 1960, el Dr. E. M. Jellinek describió la etiología de la enfermedad de acuerdo con lo que se sabía en ese momento. Recientemente, nuevos estudios han documentado la naturaleza física de esta enfermedad.
Los científicos aún no señalan a un gen en particular, o a otro mecanismo biológico específico que realmente cause alcoholismo, pero hay mucha información sobre la bioquímica de la adicción al alcohol. Sabemos que el cuerpo de un alcohólico responde anormalmente al alcohol, luego se acomoda a él y finalmente se vuelve adicto.
El cuerpo alcohólico se ajusta tan bien al ALCOHOL que no puede existir sin él. Lo que distingue a la enfermedad del alcoholismo de la bebida fuerte es una dependencia física, no psicológica. Los efectos psicológicos son secundarios y no tienen peso en el desarrollo de la enfermedad.
Es un mito que los tienen una voluntad débil o son egoístas, el sí es de familia y se transmite genéticamente, no por la mente o el medio ambiente sino por la química del cuerpo, y como todas las cosas heredadas, se manifiesta sin distinción entre ricos y pobres, cualquier raza, religión o grupo étnico. Algunas veces este componente hereditario parece estar oculto por el hecho de que los padres o los abuelos nunca tomaron el Cualquiera que sean las razones (ya sean de origen religioso médicas o sociales) que detuvieron a la generación anterior a beber, también detuvieron la posibilidad de mostrar su vulnerabilidad al En un estudio realizado en 1973, Donald W. Goodwin encontró que tenían una propensión tres veces mayor a volverse El estudio se realizó con adultos que habían sido adoptados por familias de También comprobó que los problemas mentales no causan En Estados Unidos de Norteamérica, la ha reconocido al como una desde 1956 y está las legislaciones para que se considere como tal. En su libro la escritora Kathleen Whalen Fitzgerald apoya fuertemente el argumento de que el no solamente es una enfermedad, sino que se pasa de generación en generación a través de la En 1960, el Dr. E. M. Jellinek describió la etiología de la enfermedad de acuerdo con lo que se sabía en ese momento. Recientemente, nuevos estudios han documentado la naturaleza física de esta enfermedad. Los científicos aún no señalan a un en particular, o a otro mecanismo biológico específico que realmente cause pero hay mucha información sobre la bioquímica de la adicción al Sabemos que el cuerpo de un responde anormalmente al luego se acomoda a él y finalmente se vuelve adicto. El cuerpo se ajusta tan bien al que no puede existir sin él. Lo que distingue a la de la bebida fuerte es una dependencia física, Los efectos psicológicos son secundarios y no tienen peso en el desarrollo de la enfermedad.

ALCOHOLISMO, UNA HERENCIA GENÉTICA
Se han encontrado evidencias sólidas de que la carga genética es importante en esta enfermedad, incluso cuando los niños no conviven con sus padres.
El consumo constante de alcohol se relaciona con 60 por ciento de los suicidios, 70 por ciento de los accidentes y 80 por ciento de los divorcios. La Secretaría de Salud revela que en México, por cada ocho hombres bebedores hay dos mujeres, aunque entre éstas el consumo va en aumento.
Como sucede con todas las drogas, y en la mayoría de sus consumidores, el impacto que causa esta sustancia la primera vez que se ingiere tiene efecto agradable, ya que provoca relajamiento en el bebedor, lo vuelve sociable, comunicativo y desinhibido, razones que lo motivan a repetir la experiencia.
Su camino por el cuerpo
Tras su ingestión, el alcohol tarda entre 1 y 2 minutos en llegar a la sangre, donde puede permanecer durante varias horas. Una vez en el torrente sanguíneo se distribuye por todos los órganos del cuerpo humano, afectando de forma especial a cerebro e hígado, el cual cumple la función de transformarlo en otras sustancias inofensivas al organismo. Sin embargo, su capacidad para metabolizarlo es de 20 a 30 gramos por hora, por lo que si el consumo es superior a estas cifras, la bebida permanece en la sangre, dañando al resto de los órganos.
El nivel máximo de alcohol en sangre se alcanza cuando han transcurrido entre 30 y 90 minutos a partir de su ingestión. En cambio, su eliminación requiere aproximadamente entre 8 y 10 horas, aunque es factible que se mantenga en el organismo hasta 18 horas después de haber sido ingerido.
El principal componente del alcohol, y responsable de las intoxicaciones es el etanol, el cual se ve influido por factores como la presencia de alimentos en el estómago, la cantidad de alcohol ingerida y las características de la bebida consumida, para su velocidad de absorción, su paso a la sangre y su alojamiento final en el intestino delgado.
Impacto al cerebro
El alcohol altera ciertas funciones del cerebro, lo cual repercute en la personalidad del bebedor; al principio provoca excitación y euforia, debido a que se trata de un depresor que bloquea el funcionamiento del sistema nervioso cerebral, responsable de controlar las inhibiciones. Por ello, provoca que el consumidor actúe en forma temeraria y agresiva, lo que desencadena que adopte posturas que pueden dañar su integridad física y psíquica.
Es muy frecuente que el bebedor experimente desinhibición de impulsos sexuales, fragilidad emocional y deterioro de la capacidad de juicio; asimismo, que hable aceleradamente y sin razonamiento, presente des-coordinación motriz, visión borrosa y rubor facial, así como irritabilidad y disminución de la capacidad de atención.
Estas reacciones varían según la tolerancia que cada sujeto haya desarrollado hacia el alcohol; y quienes llegan a beber en cantidades considerables pueden presentar amnesia de los acontecimientos durante la borrachera, pérdida de conciencia, estado de coma, e incluso muerte por problemas respiratorios.
Herencia maldita
Después de varias investigaciones, científicos de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) localizaron un área en el cromosoma 1 donde se encuentra el gen o los genes que predisponen a desarrollar alcoholismo. Los resultados, publicados en la revista American Journal of Psychiatry mostraron indicios de esto, pero aún no se ha logrado precisar qué genes son; los investigadores advierten que algunas regiones en otros cromosomas también podrían estar implicadas.
La teoría de la herencia del alcoholismo encuentra apoyo en estudios realizados con niños adoptados por otras familias. Se han encontrado evidencias sólidas de que la carga genética es importante en esta enfermedad, incluso cuando los niños no conviven con sus padres.
Otros estudios profundizan sobre el papel que tienen los receptores cerebrales de la dopamina en la aparición de la enfermedad, ya que este neurotransmisor está relacionado con las respuestas gratificantes y de motivación que se producen en el cerebro.
Los investigadores aseguran que los hijos de alcohólicos no sólo pueden padecer daños emocionales y psiquiátricos; existe por lo menos uno físico: el síndrome alcohol fetal, que desarrollan los hijos de mujeres que consumieron alcohol durante el embarazo. Éste incluye algunas malformaciones congénitas en los ojos y la nariz, así como un leve retraso mental.
¿Y físicamente?
La ingesta constante de alcohol, tanto en hombres como mujeres, es causa de irritación e inflamación del estómago y daños graves en el tejido hepático (hígado); también se altera el funcionamiento de los riñones y el ritmo del corazón, además de que disminuye la capacidad del cuerpo para asimilar vitaminas y calcio. Por si fuera poco, provoca acné, caspa y resequedad en piel y cabello.
No obstante, en el varón particularmente produce efectos de supresión de la erección, aun en dosis bajas, debido a que inhibe en el cerebro la respuesta al estímulo sexual, lo cual trae como consecuencia que no haya la suficiente irrigación de sangre al pene y que de esta forma no haya erección.
Por su parte, la mujer se intoxica más fácilmente que el hombre, debido a que cuenta con más tejido adiposo (grasa), en el que el alcohol no es soluble y, por tanto, tarda más en eliminarlo.
El consumo excesivo y cotidiano de alcohol trae como consecuencia la tolerancia; es decir, el organismo cada vez necesita cantidades mayores para manifestar los efectos esperados, además de dependencia psíquica y física, de manera que al interrumpirse la administración de bebidas alcohólicas dé lugar a la aparición de alucinaciones, fiebre y presión arterial elevada, sudoración excesiva y temblores, síntomas que en conjunto reciben el nombre de “síndrome de abstinencia”.
Saber beber
Aprender a tomar es una experiencia que depende de cada individuo y de los efectos que haya tenido en su persona desde el primer contacto con el alcohol. Sin embargo, es importante saber que las bebidas alcohólicas se obtienen por:
Fermentación. Proceso químico que por medio de microorganismos se provocan cambios químicos en diferentes sustancias, llegando a alterar su sabor y consistencia. Por ejemplo, el jugo de uva produce vino o champaña (cada uno bajo condiciones distintas), tal como ocurre con cebada en agua para obtener cerveza; su graduación alcohólica es menor.
Destilación. El vapor obtenido de someter a calor un producto es enfriado para lograr una o varias sustancias nuevas en alambiques o contenedores especiales; el grado de alcohol obtenido es mayor, y ejemplos de ello son ginebra, whisky o ron.
Dependiendo del proceso al que se haya sometido, la bebida influirá directamente en la intoxicación y sus efectos.
El alcohol es una droga lícita y socialmente aceptada, inclusive con amplia aprobación cultural y tradicional, ante la cual hay que tener muchas reservas. http://impreso.milenio.com/node/8042723

martes, 5 de julio de 2011

!! ALGUNOS RESULTADOS¡¡













ALCOHOL Y ACCIDENTES DE TRÁNSITO

EL ALCOHOL COMO PRINCIPAL RESPONSABLE DE ACCIDENTES DE TRANSITO
La relación entre el alcohol y los accidentes es bien conocida, indistintamente del tipo de accidentes (laborales, de tráfico, etc.). Concretamente con relación a los accidentes de tráfico y de manera general se estima que el conducir bajo los efectos del alcohol es responsable del 30-50% de los accidentes con víctimas mortales, del 15 al 35% de los que causan lesiones graves, y del 10% de los que no causan lesiones. 
EFECTOS DEL ALCOHOL SOBRE LA CAPACIDAD DE CONDUCCIÓN
Los efectos del alcohol sobre el organismo humano se conocen bien. El alcohol produce una depresión no selectiva del sistema nervioso central, deteriorando la función psicomotora, la percepción sensorial (vista y oído), modifica el comportamiento de la persona, etc. En general, los efectos del alcohol son directamente proporcionales a su concentración en sangre: a mayor concentración mayor deterioro
EN RELACIÓN CON EL ALCOHOL Y LA CONDUCCIÓN DE VEHÍCULOS, LOS EFECTOS DEL ALCOHOL PUEDEN AGRUPARSE EN TRES GRANDES GRUPOS

EFECTOS SOBRE LA FUNCIÓN PSICOMOTORA Y SOBRE LAS CAPACIDADES DEL CONDUCTOR.
Está perfectamente demostrado que el alcohol deteriora marcadamente la función psicomotora y la capacidad para conducir con seguridad. Quizás uno de los efectos más importantes, es que el alcohol aumenta el tiempo de reacción, es decir, aumenta el tiempo que tarda la persona, después de percibir plenamente las sensaciones y/o recibir información, en decidir qué debe hacer y cuándo actuar. Asimismo, el alcohol produce importantes efectos sobre la coordinación bimanual, deteriorándola, y sobre la atención y la resistencia a la monotonía. En relación con este último aspecto, la atención es un factor decisivo, ya se trate de atención concentrada (referida a un solo objeto), o difusa (que se distribuye simultáneamente en rapidísima sucesión entre numerosos objetos). Además, se altera la capacidad para juzgar la velocidad, la distancia y la situación relativa del vehículo, así como la capacidad para seguir una trayectoria o hacer frente a una situación inesperada.
EFECTOS SOBRE LA VISIÓN.
El alcohol produce importantes efectos sobre la visión. La acomodación y la capacidad para seguir objetos con la vista se deterioran, incluso con niveles bajos de alcohol en sangre. Bajo los efectos del alcohol el campo visual se reduce, se altera la visión periférica y se retrasa la recuperación de la vista después de la exposición al deslumbramiento
EFECTOS SOBRE EL COMPORTAMIENTO Y LA CONDUCTA.
El alcohol produce un efecto de sobrevaloración de la persona dando lugar a una mayor seguridad en sí mismo. Esto unido al deterioro de las funciones cognitivas, de lo que a veces el conductor no es consciente, ocasiona un mayor riesgo de accidente. Por otra parte, el alcohol puede alterar la conducta-comportamiento, y bajo sus efectos no son infrecuentes las reacciones de euforia, agresividad, conductas temerarias, etc.
LA RELACIÓN ENTRE EL ALCOHOL Y LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO
Los efectos del alcohol sobre las distintas funciones relacionadas con el rendimiento psicomotor y la capacidad para conducir, así como el riesgo de sufrir un accidente de tráfico, varían principalmente según la edad, forma de consumo de alcohol (habitual, esporádico), la experiencia en la conducción de vehículos e incluso según el tipo de colisión (sólo un vehículo o colisión múltiple).
A medida que aumenta la alcoholemia aumenta el riesgo de verse implicado en un accidente de tráfico. En los conductores inexpertos y en los que beben con poca frecuencia, el aumento del riesgo de accidente comienza con unos niveles mucho más bajos de alcohol en sangre, mientras que para los conductores más experimentados, y aquellos que beben de manera habitual, son necesarios niveles más elevados.
Los jóvenes, por distintas circunstancias (conductores inexpertos, consumos elevados los fines de semana, conducta desinhibida, etc.) son particularmente vulnerables. Se estima que el riesgo relativo de sufrir un accidente mortal en los conductores con niveles de alcohol en sangre de 80 mg/100 ml es máximo entre los jóvenes de 16-17 años (165 veces) y entre los de 18-19 años (70 veces).
Por otra parte, es bien conocido que el alcohol contribuye en la gravedad de las lesiones, es decir, tras un accidente de tráfico, el ocupante de un vehículo que se encuentre bajo los efectos del alcohol tiene tres veces más posibilidades de padecer lesiones mortales que quién esté libre de alcohol, a igual severidad y circunstancias del accidente.
Es sobre la base de esta relación entre la alcoholemia y el riesgo de accidente de tráfico, a partir de la cual se han establecido los niveles máximos de alcohol en sangre (y otros fluidos biológicos) a los que está permitido conducir. Los conocimientos científicos actuales han contribuido a establecer que en la mayoría de países de la Unión Europea el límite sea de 0.5 gr/litro 
ALGUNOS MITOS Y CREENCIAS SOBRE EL ALCOHOL Y LA CONDUCCIÓN
Existen con frecuencia mitos y creencias con relación al alcohol y la conducción de vehículos que nada tiene que ver con la realidad.
"No hay peligro si estoy por debajo del límite legal"
Totalmente falso. De hecho con niveles de 0.15-0.2 gr/litro de alcohol en sangre ya empieza a observarse deterioro de la función psicomotora, y existe un mayor riesgo de accidente. Esto es especialmente manifiesto en los conductores noveles y no experimentados, así como entre aquellos que no beben de manera habitual.
"Dos personas que beben lo mismo tendrán la misma concentración en sangre"
Falso. La concentración de alcohol en sangre depende directamente de la cantidad de alcohol consumida: a mayor cantidad de alcohol consumida mayor cantidad de alcohol en sangre. Sin embargo, el nivel de alcohol en sangre se ve influenciado por el peso y el sexo del individuo. De hecho, las personas de mayor peso (y en especial dependiendo de la grasa que tengan) y los varones presentan menores niveles de alcohol en sangre. La alcoholemia puede calcularse a partir de la fórmula siguiente: Alcoholemia = Gramos de alcohol ingerido/Peso en Kg x (0.7 hombre y 0.6 mujer
"El alcohol consumido con la comida no se absorbe"
Falso. El beber alcohol con las comidas hace que se retrase la absorción del alcohol aunque al final éste se acaba absorbiendo. Por el contrario, el ingerir alcohol con el estómago vacío favorece que el alcohol se absorba más rápidamente (y consecuentemente, sus efectos se inicien antes).
"¡Yo nunca daré positivo!"
Muchas personas por su trabajo necesitan 'alternar con sus clientes'. Ellos piensan que el tomar un aperitivo, luego el vino con la comida, la copa después de comer, etc., no les va a afectar ni les va hacer que den positivo en un control porque están acostumbrados a beber y además porque beben poca cantidad y a lo largo del tiempo. Esto es falso. El hígado metaboliza unos 7-10 gramos de alcohol por hora (el equivalente a 0.1-0.15 gr/litro de alcohol en sangre), y por lo tanto es incapaz de metabolizar tan rápidamente como el individuo cree todo el alcohol que consume, por lo que al final su nivel de alcohol en sangre es mucho mayor de lo que él cree, y el alcohol le ha afectado mucho más de lo que a él le hubiese gustado.


"¡Un café, una cabezadita, y como nuevo!"
Muchas personas tienen la creencia errónea de que el tomar un café o un té les va a contrarrestar los efectos del alcohol. Así mismo, hay algunas personas que creen que por dormir un poco ya tienen restablecidas sus funciones psicomotoras. Nada más lejos de la realidad, ya que los efectos del alcohol están en relación directa con los niveles de alcohol en sangre, y ni el café, o el té, o darse una ducha, o dormir un poco son capaces de alterar los niveles de alcohol en sangre. Ello no quiere decir que puedan servir para contrarrestar muy parcialmente algunos de los efectos del alcohol durante cierto tiempo.
"Y a la mañana siguiente, ¡positivo!"
Esto comienza a ser más frecuente en nuestro país dado que el consumo de alcohol se concentra durante los fines de semana. Es conocido que algunos individuos consumen unas grandes cantidades de alcohol cuando salen por la noche durante el fin de semana. En estos casos puede ocurrir que incluso después de haber dormido ocho horas, los niveles de alcohol en sangre sean todavía superiores al límite legal. Máxime, cuando algunos individuos para contrarrestar los efectos de la resaca comienzan el nuevo día bebiendo alcohol. Por ejemplo, una persona con una alcoholemia de 1.8 gr/litro puede necesitar entre 6 y 10 horas para que la alcoholemia le de 'negativo' (menos de 80 mg/100 ml). http://www.patiotuerca.com.pe/peru/motores.nsf/paginaprinc/617B6E5121F8F01205256F58005E4035


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www.infosalud.mendoza.gov.ar/system/link_contents.php?...

[PDF]
www.metropoli.org.mx/htm/areas/6/seguridad7.pdf