sábado, 12 de octubre de 2024

Haciendo daño a otras personas | Capítulo 10 - ¿Por qué quieres embriagarte? Duodécima entrega del libro

 


A pesar de ser un adolescente inútil, dependiente del hogar paterno, en muchas ocasiones tomé pésimas decisiones y adopté malas aptitudes en contra de mis padres. Los enfrenté, lastimé y abandoné de manera temporal. Por fortuna fueron acciones infantiles e intrascendentes que ellos supieron perdonar, de lo contrario, distanciado de mi familia, solo podría esperarme un futuro desgraciado de sufrimiento y desgaste moral, psicológico y físico. —De nuevo, se hacen presentes los principios y los valores morales para sostener una estructura tambaleante—.

El afecto y la educación nos ligan de manera radical a nuestros seres queridos y al ambiente que ellos nos proporcionan, de lo contrario pesarían más las circunstancias pasajeras o eventuales, alejándonos de la realidad y de nuestros objetivos de vida.

Puedo apostar que sin la ayuda del licor y sin estar contaminado por sus efectos, yo jamás hubiese actuado de modo tan inconsciente como lo hice en tantas ocasiones y en contra de las personas que más amaba. Por el contrario, habría reconocido mis errores con humildad y lucidez, buscando soluciones, trabajando en procura de mi redención.

Siendo aún estudiante de secundaria, en muchas ocasiones y a raíz de los problemas que se me presentaban con mis progenitores, abandoné temporalmente el colegio y el hogar. No tenía inconveniente en coger un morral, empacar mi ropa y aventurarme sin rumbo, partiendo sin recursos económicos y en malas compañías a destinos desconocidos.

Mis padres quedaban desconcertados; sumidos en la preocupación y en el sufrimiento, sin saber en qué lugar y en qué condiciones estaba su hijo. Seguramente, en muchas ocasiones se preguntaron sobre qué estaban haciendo mal, y no pudieron aclararlo. Hoy pienso que su único y grave error fue aceptar que yo consumiera alcohol, así fuese en pequeñas cantidades y en ocasiones especiales. La adicción es un fenómeno creciente y, casi siempre, incontrolable, que no discrimina a ninguna de sus víctimas.

Pretendo que entiendas que todo este sino trágico gira única y exclusivamente alrededor de ese grave error de permitir que prolifere en nuestros hogares el mal que representa el alcoholismo, causa innegable de dificultades, fatalidades, sinsabores y sufrimientos.

Durante mis últimos años de secundaria estudié en horario nocturno, si mal no recuerdo esa fue mi elección. Manipulé a mis viejos con respecto a esa decisión, supuestamente para aprovechar el tiempo libre durante el día. Intenté trabajar en varias ocasiones, pero no lo hice de manera constante y responsable.

Sin embargo, lograba conseguir recursos económicos de otras formas, los cuales no servían para nada productivo, pues todo lo malgastaba en la bebida y en mi vida bohemia. Esto afectaba mis actividades académicas, bebía casi todos los días antes de entrar a clases y, como es lógico, mi rendimiento no era el mejor. Además, adquirí en el colegio la desafortunada reputación de borracho, convirtiéndome en un verdadero problema para mis maestros.


Recuerdo que, en el año 1980, yo estaba cursando el grado 11 en horario nocturno. Como el ingreso a clases era a las seis de la tarde, algunos de mis amigos y yo nos reuníamos en una tienda cercana al colegio, tres o cuatro horas antes. Allí saboreábamos y disfrutábamos el elíxir embriagante. Nos sentíamos orgullosos, libres, guapos y osados. La costumbre hacía que fuésemos —por lo menos en mi caso— muy aguantadores para beber, y aparentemente podíamos manejar nuestra condición de ebriedad dentro del establecimiento educativo —eso era lo que pensábamos.

Cierto día, Toño, un compañero de clases, de esos sanos y bien educados (así les llamábamos a quienes no bebían con nosotros), tuvo el infortunio de encontrarse conmigo antes de entrar al colegio. Lo invité a compartir algunas copas, las cuales se extendieron a varias botellas, y cuando llegamos a clase estábamos borrachos.

En verdad, yo no tenía problemas, gracias a mi resistencia física y a mi capacidad para asimilar la bebida podía ingresar a clases sin que se me notara mucho, además, podría decirse que mis compañeros de curso y los profesores estaban acostumbrados a verme en ese estado. Pero, en cambio, mi amiguito Toño se vio envuelto en una borrachera poderosa que se manifestó con vómito, llanto y un comportamiento descontrolado, quedando en evidencia de su condición ante profesores, comunidad estudiantil y autoridades disciplinarias.



La noticia corrió por todo el colegio y Toño debió ser recogido y asistido por sus padres. «Nunca supe qué consecuencias tuvo esta situación en su hogar, pero lo que sí sé y que recuerdo con mucho dolor y arrepentimiento, es que Toño no volvió a clases. A consecuencia de ese incidente, él abandonó el colegio. Por supuesto, todos sabían quién lo había inducido a hacer lo que hizo». Creo que jamás podré olvidar y perdonarme esa situación. Ojalá que Toño algún día lea estas letras para que comprenda que mis intenciones no eran las de causarle daño, y que me perdone. Hoy en día estoy arrepentido por haberlo hecho.

Esto confirma mi tesis de que la sociedad misma a través de individuos o pequeños grupos se encarga de inducir o de presionar a otros a tomar caminos que tal vez ni siquiera deseen. No solo en el caso de adolescentes o jóvenes, también podemos ver como entre personas maduras, responsables y ocupadas, se pueden presentar casos en los cuales la presión social es tan fuerte que los lleva a quebrantar su voluntad y su disciplina, cayendo en tentaciones efímeras que finalmente solo acusan consecuencias negativas.

—Por fortuna, la madurez fortalece a los individuos para asimilar ciertas circunstancias, reflexionar y retomar la dirección correcta; si no fuese así, la degradación moral en los seres humanos pesaría más que la dignidad—.

Recuerdo también que durante mi educación secundaria tuve muchos altercados con mis profesores debido al estado de embriaguez. Mi comportamiento era atrevido y desordenado, muchas de mis acciones eran totalmente reprochables.

¿Acaso a ti o a alguien que conoces les sucedió algo parecido?

¿Sabes cómo actúa tu hijo en el colegio o en la universidad?

¿Sabes cómo transcurre su vida durante el tiempo en el que está fuera del hogar?

¿Conoces bien el ambiente en el que se desenvuelve?

«Una tienda, un billar, una taberna, un parque, una esquina cualquiera, etcétera, son lugares adecuados para establecer un punto de referencia social. Son preponderantes la falta de ocupación y de responsabilidades (el ocio) para que se incuben conductas negativas dentro de las pequeñas sociedades. Sin embargo, elementos como el alcohol y las drogas son los mayores detonantes de las conductas equívocas y reprochables, de malas costumbres y de ambientes destructivos».


Reflexionemos un poco acerca de la gran disposición (entre muchos de los miembros de la sociedad) a las actividades improductivas. Mejor no las llamemos así, hablemos de estar preferiblemente en disposición para las recreativas, por ejemplo, un concierto, una fiesta, un camping, un paseo, una reunión de viciosos, etcétera.

Al mismo tiempo, se manifiesta una posición de rechazo y pereza hacia las actividades útiles y productivas: labores académicas, acciones cívicas y comunitarias, trabajo remunerado, cursos y actividades culturales, etcétera.

Aunque este concepto parezca radical, nadie puede negar que los malos hábitos, dividen a las personas en bandos diferentes. Mientras unos viven felizmente comprometidos caminando por sendas tranquilas que exigen voluntad, disciplina y esfuerzo para construir un buen futuro, otros sortean duros obstáculos atravesando fantásticos e irreales caminos de felicidad pasajera desviando poco a poco —y tal vez sin darse cuenta— su destino.

¿Has imaginado alguna vez como sería la vida humana sin vicios, sin alcohol?

¿Crees que disminuirían las tragedias?

¿Crees que las personas serían más productivas?

¿Te sentirías más seguro?

«El alcohol es una herramienta de destrucción, es el elíxir dulce que te daña y te da placer, es una fuente inagotable de sentimientos y sensaciones que alimenta tu espíritu y al mismo tiempo lo destruye. Es como un suicidio programado a largo plazo, con la complacencia de quienes te rodean; es como el lastre que pesa, pero que no quieres soltar…»

El alcohol está muy relacionado con el dolor. Recuerdo ahora a mi padrino Javier y su triste destino. Él era un hombre serio, varonil, elegante, muy caballero y adinerado. Vivía con su esposa y su único hijo, Jaimito, mi amigo desde la niñez. Conformaban una familia de clase media —aparentemente normal— y vivían bien. Por desgracia llegó a su hogar el dolor a manos de su esposa, quien quebrantó los valores morales y el respeto con actos de infidelidad, por lo cual además no debo hacer juicios sin conocer las razones que la condujeron a dicho comportamiento, pero en todo caso, el daño moral y psicológico que esto causó en mi padrino fue contundente.

Él, que tradicionalmente era un consumidor de licor, envuelto en ese manto insuperable del dolor y de la humillación, ciego en su ira y sin recursos de lucidez y valentía para afrontar de otra manera su condición, se sumergió de lleno en el profundo mar del alcoholismo tratando de ahogar su pena. Se dedicó a beber y a beber. Pero para más desgracia en mis recuerdos, mi padre lo acompañó fraternalmente en ese tortuoso camino de angustia y melancolía. Fue tal el efecto de ese infernal sentimiento, que a través de mi padre se reflejó en nuestro hogar todo ese sufrimiento.

Bebían todos los días y a todas horas, tenían el tiempo y los recursos económicos para hacerlo. Aunque mi padre trabajaba, dedicaba muchas horas para acompañarlo. «Aún no puedo borrar de mi mente la imagen de Javier (mi padrino) con el cáliz en la mano, con esa mirada noble y triste, aferrado a ese vaso de licor como su única tabla de salvación».

Consumía desde que se levantaba hasta que se dormía en la noche. Javier era un hombre joven, en ese entonces tendría unos cuarenta y tres años; su resistencia física era admirable, pero también era lamentable ver como esa magnífica estructura humana se deterioraba soportando el dolor, rumiándose sus pensamientos, tratando de acelerar el final, el único final que deseaba: la muerte.

Hasta que su condición física no pudo soportarlo, su cuerpo fue invadido por una enfermedad llamada cirrosis, que ataca directamente al hígado, el cual literalmente arrojaba en pedazos, vomitando en agónico dolor durante sus últimos momentos.

No es grato recordar esta situación. Para mí, para mi padre, para su hijo, e incluso —creo que— para su mujer, fue trágico y lamentable este suceso oscuro lleno de infortunio y de ingredientes indeseables como la traición, la infidelidad, el desengaño, la frustración, la muerte y, por supuesto siempre presente, el desgraciado licor.

Afortunadamente, mi padre contaba con una gran resistencia física y psicológica, y superó la terrible prueba.  Pero, aunque quedó marcado para siempre, ni siquiera esa y otras innumerables experiencias negativas lo llevaron a considerar jamás abandonar la bebida, siempre fue parte integral de su vida.


Así mismo, recuerdo muchas otras tragedias (que no he de narrar ahora) en las que mis amigos del alma perdieron la vida en accidentes, peleas, enfrentamientos con la justicia, venganzas, o intoxicados y enfermos gracias al consumo del alcohol. Pero esto, en vez de llevarme a reflexionar, en lugar de atemorizarme y hacerme escarmentar, me fortalecía cada vez más para seguir adelante en mi loca carrera por los caminos del alcoholismo.

Todas esas experiencias se convertían en argumentos para fundamentar mi actitud. «Es increíble cómo se puede afectar la capacidad de juicio y de razonamiento cuando se está inmerso en un mundo absurdo y lleno de ficción». Tú no puedes aceptar el error, no entiendes las razones de nadie más, no le das la oportunidad a nadie de que te enseñe otras alternativas; lo único que reconoces es aquella dimensión en la que te ubican las circunstancias y tus experiencias, no te atreves a salir de ella por temor y porque esa es la que consideras tu única realidad.

Es una situación totalmente humana, tratas de sobrevivir en el medio que conoces y que (aparentemente) puedes manejar sin importar que tan malo y difícil sea. No te arriesgas a salir a la superficie ni a los espacios ajenos y desconocidos en donde te sientes frágil y vulnerable. Simplemente, anhelas superarte y fortalecerte allí en donde te has acostumbrado, en donde has sembrado y, en donde crees que puedes permanecer.







martes, 23 de julio de 2024

A un paso del abismo | Capítulo 9 - ¿Por qué quieres embriagarte? Undécima entrega del libro


 

«Son muchas las anécdotas que yo podría contar sobre la relación entre el alcohol y mi adolescencia, esa bella época en la que se viven con intensidad momentos inolvidables».

Siempre tuve muchos amigos y a la mayoría de ellos les gustaba el licor. Solíamos salir como aventureros sin destino en la búsqueda de planes para divertirnos; a cualquier barrio, a dondequiera que se nos antojase, sin importar las distancias o los riesgos. Lo único que necesitábamos era dinero para poder comprar el licor; algunos estaban dispuestos a conseguirlo de cualquier manera. —Así los principios y los valores pasan a un segundo plano, porque primero está la necesidad de saciar los deseos—.

Es por eso que tú puedes conocer casos de adolescentes y jóvenes capaces de hacer lo que sea en busca de dinero para satisfacer sus vicios. Muchos roban en sus propias casas, sustraen libros, porcelanas, electrodomésticos, etcétera. Otros desarrollan un gran potencial para robar en diferentes modalidades, inclusive utilizando la violencia; poco a poco van transformando sus vidas y convirtiéndose en delincuentes. Algunos otros se acostumbran a pedir dinero, se convierten en limosneros sinvergüenzas. Pero lo más lamentable es que unos cuantos se involucran en la prostitución y en el homosexualismo con fines económicos para poder disfrutar de ambientes de farra y desafuero.

El caso es que de una u otra manera el licor siempre está ligado a los caminos más oscuros de la vida. El quebrantamiento moral y la pérdida de valores conducen a un cambio radical de los paradigmas familiares. Las acciones y las metas positivas se tornan aburridas y sin sentido, por el contrario, los caminos de la diversión se hacen más llamativos.

Yo conocí a varias personas que se prostituyeron; otras se convirtieron en delincuentes. Muchos otros tomaron vías improductivas de pereza y abandono personal para convertirse en perdedores —todo, gracias al licor—.

Pocas personas, después de experimentar todos esos malos momentos, lograron reaccionar y retomar el control de sus vidas para buscar sosiego y tranquilidad, y, en algunos casos, alcanzar el éxito. «El proceso de degradación humana debido al consumo de licor, ya sea moderado o continuo, se manifiesta claramente en la anulación parcial o total de la voluntad y en la reducción de la autoestima, lo cual favorece la proliferación de conductas erróneas y perjudiciales».

Cuando habitas en los terrenos del alcohol es imposible que no se te presente la oportunidad de conocer y consumir algunas drogas. Inicialmente, como lo más simple, podrás acercarte a la marihuana, luego, es posible que te atrevas a probar otros venenos: bazuco, cocaína, heroína, barbitúricos, anfetaminas, etcétera.

Día a día podrás adentrarte en ese sórdido mundo y, al igual que en el del alcohol, te posicionarás en él. Estoy seguro de que, si no se diera el primer paso hacia la degradación personal con la ingesta de licor, las posibilidades de abordar otros vectores del mal (drogas, prostitución, delincuencia, etcétera) serían muy escasas o nulas.

Sin embargo, pienso que el concepto general y universal es de rechazo total al consumo de las drogas. «En este caso sí hacemos un mejor esfuerzo para evitar que nuestros hijos se conviertan en drogadictos. ¿Verdad?» Dime entonces:

¿Por qué no hacemos el mismo esfuerzo en contra del licor?

¿Crees en lo que te digo sobre la relación entre el consumo de alcohol y de drogas?

¿Has investigado acerca de esta realidad?


Cuando un individuo aparentemente normal comete un acto de barbarie, cuando sus comportamientos parecen sobrepasar todos los parámetros y demuestra falta de control, le atribuimos la culpa al consumo de drogas. Es lo primero que pensamos como causa de conductas negativas. Es un concepto válido, pero infortunadamente nos negamos a pensar en otros motivos y vacilamos para reconocer que la culpa pudiera ser del alcohol; si lo hacemos, entonces intentamos encontrar todas las justificaciones posibles. Cínicamente, rechazamos la verdad de que una persona ebria pueda convertirse en criminal o degenerado, y preferimos ver al borracho como a un ser estúpido con bajo potencial de peligro.

Puedo afirmarte que estamos muy equivocados. El alcohol actúa de la misma manera que las drogas, trastornando la psiquis y la personalidad. El estado de ebriedad altera todos nuestros sistemas biológicos; nada en nuestro cuerpo funciona normalmente, pero lo peor es que se activan pensamientos insanos ajenos a nuestro dominio.

Varios de mis amigos ebrios mataron a otros; muchos se volvieron ladrones; otros tantos se degeneraron sexualmente, abandonaron sus hogares, enfrentaron y agredieron a sus padres. Algunas chicas perdieron su virginidad sin saber cómo ni con quién.


Recuerdo un lugar que frecuentábamos en Itagüí, municipio antioqueño anexo a Medellín, en el que todos los jueves se organizaba una alucinante fiesta de rock. Había alcohol, drogas y buena música, pero en realidad lo que más nos atraía eran las nenas; la cosecha de mujeres embriagadas y drogadas era abundante. Prácticamente en cada ocasión podíamos disfrutar de los placeres del sexo con una desconocida. Mujeres fáciles de abordar gracias al estado en el que se encontraban. Todo era alegría, placer y desenfreno.

Me pregunto:

¿Sabes qué está haciendo, en dónde y con quién está tu hija?

¿Sabes con certeza cómo se divierte?

¿Crees que su comportamiento será normal y equilibrado cuando esté ebria?

«¡No es sano hacerse el desentendido! Los ambientes de jolgorio y deslumbrantes reuniones sociales, mezclados con alcohol y drogas, favorecen desinhibidos comportamientos».

Por aquellos días yo era un hombre muy tímido (en mi sano juicio), no tenía un buen aspecto físico como para gustar a las chicas, no tenía experiencia ni talento para conquistarlas; me comportaba normalmente como un idiota. Pero gracias al alcohol transformaba mi personalidad y entonces me convertía en el más osado conquistador de hembras, todo un casanova. Y así, todos y cada uno de los hombres y mujeres, nos desinhibíamos para buscar placeres carnales y psicológicos. Esos mismos de los que nos privábamos normalmente por el miedo y la timidez.

Para colmo de males, también incurríamos en necias y reprochables conductas, no pagábamos las cuentas por lo que consumíamos en los establecimientos, iniciábamos peleas, ocasionábamos daños materiales en bienes ajenos, etcétera. ¡¡¡Qué vergüenza!!!

Es así como vas edificando tu vida de manera equivocada. Las aventuras, los logros de tus desviados planes, las dificultades superadas, se afianzan convirtiéndose en una mole y en una carga desequilibrante que te arrastra hacia el fracaso.

¿Has notado los cambios en la personalidad de los individuos cuando ingieren licor?

¿Te ha sucedido?

¿Conoces a alguien que no cambie su comportamiento cuando se embriaga?

Es muy complicado y yo lo viví. Haber compartido mis primeras experiencias sexuales bajo los efectos del alcohol y con personas (mujeres en mi caso) en las mismas condiciones, son eventos difíciles de olvidar.

El sexo es un factor de mucha importancia en la vida, influye en el desarrollo psicológico; nutre la personalidad y el espíritu. Las primeras experiencias sexuales te marcarán, siempre recordarás lo positivo y lo negativo de ellas.

Si comparásemos dos situaciones: disfrutar de una relación sexual en uso cabal de todas tus facultades y con tus sentidos a plenitud, sobrio, potencialmente pasional y sentimental; o hacerlo bajo el efecto del alcohol, experimentando algunos cambios físicos y psicológicos, en circunstancias generalmente riesgosas (de seguridad, salud, conflictos sociales, etcétera), ¿cuál situación crees que sería la mejor?, ¿cuál de ellas recordarías con más agrado?, ¿disfrutarías más de una relación sexual con o sin alcohol?

Lo malo en la vida no es perderte de algunas oportunidades y cosas, al fin y al cabo, muchas de ellas se pueden disfrutar en otros momentos y en mejores circunstancias; lo negativo es el impacto psicológico cuando no se actúa con sensatez y recato.

Me refiero a cómo se afecta la capacidad de socializar sanamente con el sexo opuesto si se comienza haciéndolo mal. Un joven que se acostumbra a construir y a mantener sus vínculos interpersonales, asociando siempre el consumo de licor a sus relaciones sexuales y sentimentales, pierde potencialmente la capacidad para hacerlo de otra manera. Su grado de timidez y de inseguridad aumentan en vez de fortalecerse por las experiencias vividas.

Cada vez se le hace más difícil enfrentar momentos cruciales sin ayuda del alcohol. Incluso, me atrevería a pensar que esta puede ser una de las causas por las cuales se presentan tantos casos de frustración por disfunción en personas jóvenes. Hombres que gozan de plena salud física, pero que en algunos momentos se bloquean para llevar a cabo con éxito sus relaciones en la compañía de mujeres sanas y en ambientes cálidos y tranquilos. Que solo están dispuestos a desarrollar toda su capacidad en aquellos territorios en los que se sienten seguros y respaldados de su gran amigo, el licor. Por otra parte, no podemos desconocer la diferencia entre una relación sexual llena de morbo, desenfreno y alcohol (que realmente es muy buena), comparada con una relación llena de pasión, deseo, complicidad, cariño, respeto, compromiso y otros muchos factores que tal vez sí se hacen presentes cuando no se consume licor.

Yo por lo menos soy consciente de que perdí la oportunidad de conocer y disfrutar hermosos y delicados manjares que me ofreció la vida, por andar saboreando condimentados y fuertes platillos que siempre estaban a mi alcance, acompañados de deliciosas y amargas bebidas en esa deslumbrante fiesta creada por mis hábitos.

«Supongo que a muchas personas les ha ocurrido algo similar, y que ellas reconocen esta verdad; algunas otras se niegan a aceptarla».

Los seres humanos abordamos caminos que aparentemente son más fáciles en procura de colmar nuestras necesidades. Mientras un joven necesita tiempo, compromiso, valor y dedicación para conquistar y acercarse a alguien que le gusta, además, arriesgarse sentimentalmente y darse a conocer para llegar a la intimidad sexual; existe otra forma más rápida y asequible, promovida y patrocinada por el alcohol en ambientes de libertinaje y ausencia de parámetros en donde todo es más fácil.

«Solo tienes que unirte y manifestar que lo disfrutas. Al final, se convertirá en una costumbre para ti». La misma sociedad nos motiva a esto. Recuerdo algunas de las películas de Hollywood en las que nos muestran, de forma ridícula, cómo algunos jóvenes vírgenes en la escuela secundaria, desesperados por tener su primera relación sexual, esperan como única oportunidad la fiesta de graduación. Ellos deberán embriagarse hasta perder el sentido e incluso consumir drogas para poder desinhibirse y así consumar sus deseos. De otra forma, no tendrían el valor suficiente para acercarse al sexo opuesto.

En otro escenario, se nos muestra a mujeres divinas con cuerpos de diosas, y a hombres atléticos representando idílicos cortejos en los que comparten algunas copas en ambientes románticos, para posteriormente iniciar las más deliciosas faenas sexuales. Todo bañado en champán frío, que no alcanza para menguar el calor y la pasión que producen en sus espectadores.

El mensaje que se nos transmite a través de diferentes medios hace casi imprescindible el consumo del alcohol para hacer realidad las relaciones íntimas. «El licor es el mejor aliado para conquistar, seducir a tu pareja y llevarla a la cama». —¡Claro que están en lo cierto! Por lo menos con respecto a los resultados, mas no, en cuanto a que esta sea la mejor y más sana manera de hacerlo—.

Si tu objetivo sexual es una hermosa mujer que trabaja en una oficina y a la cual nunca has hablado, o alguna chica atlética que practica deporte en el parque, o una linda señorita que encuentras en un bus, y, a cualquiera de ellas le insinúas de manera espontánea tus deseos sexuales, casi todas tus probabilidades serán de fracaso absoluto. Además, podrás encontrarte con una respuesta agresiva.

En cambio, si con esa misma actitud de donjuán te diriges al lugar adecuado (bar, taberna, discoteca, fiesta, etcétera) en busca de mujeres y diversión, allí sí tendrás más posibilidades de lograr tus objetivos. Puedes aventurarte a insinuar tus deseos a muchas chicas —teniendo en cuenta algunos protocolos elementales— y tus posibilidades serán las mejores gracias a la confianza y a la actitud favorable que se genera en el entorno por el consumo del licor. Este predispone a las personas en ambientes llenos de alegría, libertinaje y fantasía, llevándolos incluso en muchos casos a quebrantar sus principios y valores, y aminorando su voluntad y autoestima.

No quiero decir que toda aquella persona que toma unas copas actuará irresponsablemente o se convertirá en alguien sin pudor ni conciencia; pero nadie puede negarme que los procesos de desinhibición, descontrol y pérdida de voluntad que se desarrollan en las personas a causa del alcohol, pueden conducirlas a actuar de forma diferente a como lo hacen en su vida normal y en condiciones de sobriedad.

Cuando alcanzamos ciertos estados psicológicos, gracias al consumo de licor, parece que se abrieran las puertas del corazón y del alma, dejando salir sentimientos y deseos represados, quedando a merced de ellos y perdiendo parcial o totalmente el control de nuestro ser, exponiéndonos a consecuencias negativas.

A muchas mujeres les sucede que se emborrachan y se transforman en divas deseosas de placer, sobrepasando sus límites de pudor. En el caso de los hombres, muchos pueden transformarse en espectaculares gigolós, aparentemente capaces de satisfacer las más exigentes y extravagantes fantasías femeninas, olvidándose de todos sus complejos y limitaciones.


¿Has escuchado que algunas bebidas alcohólicas son afrodisiacas?

¿Crees que tu pareja sexual es más poderosa y ardiente cuando ingiere licor?

Pero no es solo esta la única situación en la que el licor cambia la forma de pensar y de proceder, el estado de libertad y de autonomía que se generan para la toma de decisiones es notorio. Por ejemplo, cuando las personas se sienten incapaces ante los problemas cotidianos con la pareja, con sus padres, con sus hermanos u otros familiares, con los vecinos, etcétera, el alcohol interviene como factor de fortaleza para estos seres débiles e inseguros ayudándolos a decidir y a actuar en los momentos de tensión. Los convierte en individuos llenos de valor y osadía, aventurándolos en campañas riesgosas y trascendentales en las que adoptan raras actitudes y toman determinaciones que tal vez afecten el equilibrio de sus vidas.

Así se desencadenan —gracias al licor— acciones de violencia, divorcios, abandono del hogar, deserción laboral y estudiantil, rompimiento de relaciones fraternas y personales, crímenes, cambio de hábitos de vida, etcétera.



 


 


Relatos y microrrelatos | Antología

 


Te invito a conocer mi más reciente trabajo autopublicado en la plataforma de KDP Amazon.

Se trata de una antología sobre los relatos y microrrelatos que he realizado hasta el momento en mi recorrido por el mundo de la escritura literaria.
Son apenas unos cuantos los seleccionados para tratar de agradar al lector, y captar su atención; espero que los disfrutes.

La presentación es en formato digital KDP.
Me gustaría mucho conocer tus opiniones y sugerencias acerca de mi trabajo.

Para acceder al libro, puedes dar clic en este enlace:


martes, 16 de julio de 2024

Mis libros autopublicados

                                      


Esta es una lista de mis trabajos literarios autopublicados en diferentes plataformas para su distribución y comercialización.

En su mayoría, se trata de obras con sentido social que se refieren a comportamientos humanos comunes a todos, de los cuales participamos como actores o como espectadores.

Son textos agradables y de fácil comprensión, creados a partir de la experiencia y la investigación, y con la intención de despertar un poco de conciencia sobre conductas y actitudes importantes y trascendentales para el equilibrio social, pero que se pretende ocultar para no ofender, atacar o estigmatizar a una parte de la humanidad.

Están disponibles en formato digital o impreso.

Tu opinión acerca de los temas tratados, o de las obras (si accedes a ellas), será de gran valor para todos.



¿Por qué quieres embriagarte?



El tema del alcoholismo, igual que la drogadicción y otros, es un asunto importante que nos afecta a todos. Si bien, la tendencia de muchos es la de hacerse los desentendidos ante las nefastas consecuencias que genera el consumo de licor, cada uno de nosotros sabe a ciencia cierta  que es perjudicial y que abusar de la bebida genera terribles problemas a individuos y comunidades humanas.
Este trabajo literario expone, de manera simple y concreta, la forma en la que se normaliza el consumo de licor en medio de una sociedad intransigente ante las normas y el autocontrol, pero tolerante con las conductas absurdas que inducen al fracaso y a la desgracia humana.
Basta con reconocer y entender que el peor ejemplo viene desde el hogar, y que el colectivo social 
contaminado de falsas flexibilidades― conduce a las personas por caminos equivocados.  

  
El licor no es un incentivo, ni una recompensa a nuestros esfuerzos, ni la senda mágica hacia la felicidad... Es una droga, una adicción; un mal que nos acecha, pero que nos cautiva de todas las formas posibles.

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¿Revolución femenina o hecatombe humana?


La revolución femenina es uno de los acontecimientos más trascendentales de la época moderna. No solo por los logros a favor de la mujer, sino también por la repercusión social que sus excesos han generado.
Lo que parecía una justa reivindicación de los derechos femeninos, se convirtió en el escenario 
de una enloquecida carrera hacia la autodestrucción humana. Desaparecieron por completo la equidad, la justicia y el equilibrio para dar lugar a la imposición de todo lo imperfecto que dicta la anarquía y las corrientes generadas por el pensamiento de una doctrina malsana que usurpa la esencia femenina.

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Jesús, el otro mesías


Este trabajo literario es un texto narrativo, amable, corto y sin tecnicismos, con sentido histórico. Realizado con el objetivo de descubrir, desde el punto de vista humano e intelectual, a la figura principal de la religión cristiana: Jesús de Nazaret.
No pretendo blasfemar ni mucho menos difamar al hombre que desde 
hace más de dos mil años pierde en la conciencia y en el corazón de creyentes y escépticos. Por el contrario, a través de una sencilla narrativa basada en información de obras literarias con sentido histórico, intenta dar a conocer su imagen como persona.
Desafortunadamente, la doctrina cristiana niega a sus seguidores cualquier oportunidad de ampliar sus conocimientos sobre el hombre que fue Jesús Cristo y les obliga a creer y a sustentar su divinidad por medio de informaciones escasas y ambiguas. Se imponen las directrices de una doctrina milenaria sin dar cabida a la razón ni a la libre interpretación de la historia.
Te ofrezco una versión respetuosa, pero independiente de los preceptos religiosos. Quizás esta sea la oportunidad para que veas el tema desde otro punto de vista. Tal vez después de leerla te animes a explorar la verdad y se fortalezca tu relación con el maestro Jesús, ese hombre incomparable a quien llamamos el hijo de Dios.

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Ni con Moisés, ni con los apóstoles


El tema de la manipulación religiosa y doctrinaria es eterno y constante. El ser humano ha llegado a los peores extremos en busca del poder y una de sus principales herramientas ha sido la religión.
La historia nos ilustra sobre campañas de conquista y muerte, abuso y sometimiento, degradación y corrupción. 
La humanidad es vulnerable, cree en Dios y quiere acercarse a él.

Es muy fácil vivir con Dios, disfrutarlo y sentirlo. No permitas que nadie te manipule; ni personas, ni corrientes, ni instituciones...

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    Amor, inquietud y nostalgia|Versos libres


Versos sin rima ni métrica, solo con un poco de música. Sensaciones y sentimientos descritos en forma tajante para desnudar al corazón; pequeñas historias condensadas en dolor y alegría que no son ajenas al alma, palabras que se insinúan como una canción.
¡Qué atrevido sería decir que mis letras son poesía! 
No podría enfrentar a las miradas inquisidoras de la genialidad y la disciplina que otrora anegaron el espacio con palabras mágicas e inmortales, trayendo consigo sosiego e inquietud.
Metáforas alucinantes y descripciones abstractas sobre cada momento de la vida. Las mismas que encendieron la pasión, cautivaron al espíritu, acariciaron la melancolía... O que incluso intentaron describir al amor. ¡Eso es poesía! 
—La ruleta de la vida nos hace parecernos un poco―.

Te invito a compartir estos momentos que describo con mi prosa poética, tal vez algunos de ellos nos sean comunes.