martes, 23 de julio de 2024

A un paso del abismo | Capítulo 9 - ¿Por qué quieres embriagarte? Undécima entrega del libro


 

«Son muchas las anécdotas que yo podría contar sobre la relación entre el alcohol y mi adolescencia, esa bella época en la que se viven con intensidad momentos inolvidables».

Siempre tuve muchos amigos y a la mayoría de ellos les gustaba el licor. Solíamos salir como aventureros sin destino en la búsqueda de planes para divertirnos; a cualquier barrio, a dondequiera que se nos antojase, sin importar las distancias o los riesgos. Lo único que necesitábamos era dinero para poder comprar el licor; algunos estaban dispuestos a conseguirlo de cualquier manera. —Así los principios y los valores pasan a un segundo plano, porque primero está la necesidad de saciar los deseos—.

Es por eso que tú puedes conocer casos de adolescentes y jóvenes capaces de hacer lo que sea en busca de dinero para satisfacer sus vicios. Muchos roban en sus propias casas, sustraen libros, porcelanas, electrodomésticos, etcétera. Otros desarrollan un gran potencial para robar en diferentes modalidades, inclusive utilizando la violencia; poco a poco van transformando sus vidas y convirtiéndose en delincuentes. Algunos otros se acostumbran a pedir dinero, se convierten en limosneros sinvergüenzas. Pero lo más lamentable es que unos cuantos se involucran en la prostitución y en el homosexualismo con fines económicos para poder disfrutar de ambientes de farra y desafuero.

El caso es que de una u otra manera el licor siempre está ligado a los caminos más oscuros de la vida. El quebrantamiento moral y la pérdida de valores conducen a un cambio radical de los paradigmas familiares. Las acciones y las metas positivas se tornan aburridas y sin sentido, por el contrario, los caminos de la diversión se hacen más llamativos.

Yo conocí a varias personas que se prostituyeron; otras se convirtieron en delincuentes. Muchos otros tomaron vías improductivas de pereza y abandono personal para convertirse en perdedores —todo, gracias al licor—.

Pocas personas, después de experimentar todos esos malos momentos, lograron reaccionar y retomar el control de sus vidas para buscar sosiego y tranquilidad, y, en algunos casos, alcanzar el éxito. «El proceso de degradación humana debido al consumo de licor, ya sea moderado o continuo, se manifiesta claramente en la anulación parcial o total de la voluntad y en la reducción de la autoestima, lo cual favorece la proliferación de conductas erróneas y perjudiciales».

Cuando habitas en los terrenos del alcohol es imposible que no se te presente la oportunidad de conocer y consumir algunas drogas. Inicialmente, como lo más simple, podrás acercarte a la marihuana, luego, es posible que te atrevas a probar otros venenos: bazuco, cocaína, heroína, barbitúricos, anfetaminas, etcétera.

Día a día podrás adentrarte en ese sórdido mundo y, al igual que en el del alcohol, te posicionarás en él. Estoy seguro de que, si no se diera el primer paso hacia la degradación personal con la ingesta de licor, las posibilidades de abordar otros vectores del mal (drogas, prostitución, delincuencia, etcétera) serían muy escasas o nulas.

Sin embargo, pienso que el concepto general y universal es de rechazo total al consumo de las drogas. «En este caso sí hacemos un mejor esfuerzo para evitar que nuestros hijos se conviertan en drogadictos. ¿Verdad?» Dime entonces:

¿Por qué no hacemos el mismo esfuerzo en contra del licor?

¿Crees en lo que te digo sobre la relación entre el consumo de alcohol y de drogas?

¿Has investigado acerca de esta realidad?


Cuando un individuo aparentemente normal comete un acto de barbarie, cuando sus comportamientos parecen sobrepasar todos los parámetros y demuestra falta de control, le atribuimos la culpa al consumo de drogas. Es lo primero que pensamos como causa de conductas negativas. Es un concepto válido, pero infortunadamente nos negamos a pensar en otros motivos y vacilamos para reconocer que la culpa pudiera ser del alcohol; si lo hacemos, entonces intentamos encontrar todas las justificaciones posibles. Cínicamente, rechazamos la verdad de que una persona ebria pueda convertirse en criminal o degenerado, y preferimos ver al borracho como a un ser estúpido con bajo potencial de peligro.

Puedo afirmarte que estamos muy equivocados. El alcohol actúa de la misma manera que las drogas, trastornando la psiquis y la personalidad. El estado de ebriedad altera todos nuestros sistemas biológicos; nada en nuestro cuerpo funciona normalmente, pero lo peor es que se activan pensamientos insanos ajenos a nuestro dominio.

Varios de mis amigos ebrios mataron a otros; muchos se volvieron ladrones; otros tantos se degeneraron sexualmente, abandonaron sus hogares, enfrentaron y agredieron a sus padres. Algunas chicas perdieron su virginidad sin saber cómo ni con quién.


Recuerdo un lugar que frecuentábamos en Itagüí, municipio antioqueño anexo a Medellín, en el que todos los jueves se organizaba una alucinante fiesta de rock. Había alcohol, drogas y buena música, pero en realidad lo que más nos atraía eran las nenas; la cosecha de mujeres embriagadas y drogadas era abundante. Prácticamente en cada ocasión podíamos disfrutar de los placeres del sexo con una desconocida. Mujeres fáciles de abordar gracias al estado en el que se encontraban. Todo era alegría, placer y desenfreno.

Me pregunto:

¿Sabes qué está haciendo, en dónde y con quién está tu hija?

¿Sabes con certeza cómo se divierte?

¿Crees que su comportamiento será normal y equilibrado cuando esté ebria?

«¡No es sano hacerse el desentendido! Los ambientes de jolgorio y deslumbrantes reuniones sociales, mezclados con alcohol y drogas, favorecen desinhibidos comportamientos».

Por aquellos días yo era un hombre muy tímido (en mi sano juicio), no tenía un buen aspecto físico como para gustar a las chicas, no tenía experiencia ni talento para conquistarlas; me comportaba normalmente como un idiota. Pero gracias al alcohol transformaba mi personalidad y entonces me convertía en el más osado conquistador de hembras, todo un casanova. Y así, todos y cada uno de los hombres y mujeres, nos desinhibíamos para buscar placeres carnales y psicológicos. Esos mismos de los que nos privábamos normalmente por el miedo y la timidez.

Para colmo de males, también incurríamos en necias y reprochables conductas, no pagábamos las cuentas por lo que consumíamos en los establecimientos, iniciábamos peleas, ocasionábamos daños materiales en bienes ajenos, etcétera. ¡¡¡Qué vergüenza!!!

Es así como vas edificando tu vida de manera equivocada. Las aventuras, los logros de tus desviados planes, las dificultades superadas, se afianzan convirtiéndose en una mole y en una carga desequilibrante que te arrastra hacia el fracaso.

¿Has notado los cambios en la personalidad de los individuos cuando ingieren licor?

¿Te ha sucedido?

¿Conoces a alguien que no cambie su comportamiento cuando se embriaga?

Es muy complicado y yo lo viví. Haber compartido mis primeras experiencias sexuales bajo los efectos del alcohol y con personas (mujeres en mi caso) en las mismas condiciones, son eventos difíciles de olvidar.

El sexo es un factor de mucha importancia en la vida, influye en el desarrollo psicológico; nutre la personalidad y el espíritu. Las primeras experiencias sexuales te marcarán, siempre recordarás lo positivo y lo negativo de ellas.

Si comparásemos dos situaciones: disfrutar de una relación sexual en uso cabal de todas tus facultades y con tus sentidos a plenitud, sobrio, potencialmente pasional y sentimental; o hacerlo bajo el efecto del alcohol, experimentando algunos cambios físicos y psicológicos, en circunstancias generalmente riesgosas (de seguridad, salud, conflictos sociales, etcétera), ¿cuál situación crees que sería la mejor?, ¿cuál de ellas recordarías con más agrado?, ¿disfrutarías más de una relación sexual con o sin alcohol?

Lo malo en la vida no es perderte de algunas oportunidades y cosas, al fin y al cabo, muchas de ellas se pueden disfrutar en otros momentos y en mejores circunstancias; lo negativo es el impacto psicológico cuando no se actúa con sensatez y recato.

Me refiero a cómo se afecta la capacidad de socializar sanamente con el sexo opuesto si se comienza haciéndolo mal. Un joven que se acostumbra a construir y a mantener sus vínculos interpersonales, asociando siempre el consumo de licor a sus relaciones sexuales y sentimentales, pierde potencialmente la capacidad para hacerlo de otra manera. Su grado de timidez y de inseguridad aumentan en vez de fortalecerse por las experiencias vividas.

Cada vez se le hace más difícil enfrentar momentos cruciales sin ayuda del alcohol. Incluso, me atrevería a pensar que esta puede ser una de las causas por las cuales se presentan tantos casos de frustración por disfunción en personas jóvenes. Hombres que gozan de plena salud física, pero que en algunos momentos se bloquean para llevar a cabo con éxito sus relaciones en la compañía de mujeres sanas y en ambientes cálidos y tranquilos. Que solo están dispuestos a desarrollar toda su capacidad en aquellos territorios en los que se sienten seguros y respaldados de su gran amigo, el licor. Por otra parte, no podemos desconocer la diferencia entre una relación sexual llena de morbo, desenfreno y alcohol (que realmente es muy buena), comparada con una relación llena de pasión, deseo, complicidad, cariño, respeto, compromiso y otros muchos factores que tal vez sí se hacen presentes cuando no se consume licor.

Yo por lo menos soy consciente de que perdí la oportunidad de conocer y disfrutar hermosos y delicados manjares que me ofreció la vida, por andar saboreando condimentados y fuertes platillos que siempre estaban a mi alcance, acompañados de deliciosas y amargas bebidas en esa deslumbrante fiesta creada por mis hábitos.

«Supongo que a muchas personas les ha ocurrido algo similar, y que ellas reconocen esta verdad; algunas otras se niegan a aceptarla».

Los seres humanos abordamos caminos que aparentemente son más fáciles en procura de colmar nuestras necesidades. Mientras un joven necesita tiempo, compromiso, valor y dedicación para conquistar y acercarse a alguien que le gusta, además, arriesgarse sentimentalmente y darse a conocer para llegar a la intimidad sexual; existe otra forma más rápida y asequible, promovida y patrocinada por el alcohol en ambientes de libertinaje y ausencia de parámetros en donde todo es más fácil.

«Solo tienes que unirte y manifestar que lo disfrutas. Al final, se convertirá en una costumbre para ti». La misma sociedad nos motiva a esto. Recuerdo algunas de las películas de Hollywood en las que nos muestran, de forma ridícula, cómo algunos jóvenes vírgenes en la escuela secundaria, desesperados por tener su primera relación sexual, esperan como única oportunidad la fiesta de graduación. Ellos deberán embriagarse hasta perder el sentido e incluso consumir drogas para poder desinhibirse y así consumar sus deseos. De otra forma, no tendrían el valor suficiente para acercarse al sexo opuesto.

En otro escenario, se nos muestra a mujeres divinas con cuerpos de diosas, y a hombres atléticos representando idílicos cortejos en los que comparten algunas copas en ambientes románticos, para posteriormente iniciar las más deliciosas faenas sexuales. Todo bañado en champán frío, que no alcanza para menguar el calor y la pasión que producen en sus espectadores.

El mensaje que se nos transmite a través de diferentes medios hace casi imprescindible el consumo del alcohol para hacer realidad las relaciones íntimas. «El licor es el mejor aliado para conquistar, seducir a tu pareja y llevarla a la cama». —¡Claro que están en lo cierto! Por lo menos con respecto a los resultados, mas no, en cuanto a que esta sea la mejor y más sana manera de hacerlo—.

Si tu objetivo sexual es una hermosa mujer que trabaja en una oficina y a la cual nunca has hablado, o alguna chica atlética que practica deporte en el parque, o una linda señorita que encuentras en un bus, y, a cualquiera de ellas le insinúas de manera espontánea tus deseos sexuales, casi todas tus probabilidades serán de fracaso absoluto. Además, podrás encontrarte con una respuesta agresiva.

En cambio, si con esa misma actitud de donjuán te diriges al lugar adecuado (bar, taberna, discoteca, fiesta, etcétera) en busca de mujeres y diversión, allí sí tendrás más posibilidades de lograr tus objetivos. Puedes aventurarte a insinuar tus deseos a muchas chicas —teniendo en cuenta algunos protocolos elementales— y tus posibilidades serán las mejores gracias a la confianza y a la actitud favorable que se genera en el entorno por el consumo del licor. Este predispone a las personas en ambientes llenos de alegría, libertinaje y fantasía, llevándolos incluso en muchos casos a quebrantar sus principios y valores, y aminorando su voluntad y autoestima.

No quiero decir que toda aquella persona que toma unas copas actuará irresponsablemente o se convertirá en alguien sin pudor ni conciencia; pero nadie puede negarme que los procesos de desinhibición, descontrol y pérdida de voluntad que se desarrollan en las personas a causa del alcohol, pueden conducirlas a actuar de forma diferente a como lo hacen en su vida normal y en condiciones de sobriedad.

Cuando alcanzamos ciertos estados psicológicos, gracias al consumo de licor, parece que se abrieran las puertas del corazón y del alma, dejando salir sentimientos y deseos represados, quedando a merced de ellos y perdiendo parcial o totalmente el control de nuestro ser, exponiéndonos a consecuencias negativas.

A muchas mujeres les sucede que se emborrachan y se transforman en divas deseosas de placer, sobrepasando sus límites de pudor. En el caso de los hombres, muchos pueden transformarse en espectaculares gigolós, aparentemente capaces de satisfacer las más exigentes y extravagantes fantasías femeninas, olvidándose de todos sus complejos y limitaciones.


¿Has escuchado que algunas bebidas alcohólicas son afrodisiacas?

¿Crees que tu pareja sexual es más poderosa y ardiente cuando ingiere licor?

Pero no es solo esta la única situación en la que el licor cambia la forma de pensar y de proceder, el estado de libertad y de autonomía que se generan para la toma de decisiones es notorio. Por ejemplo, cuando las personas se sienten incapaces ante los problemas cotidianos con la pareja, con sus padres, con sus hermanos u otros familiares, con los vecinos, etcétera, el alcohol interviene como factor de fortaleza para estos seres débiles e inseguros ayudándolos a decidir y a actuar en los momentos de tensión. Los convierte en individuos llenos de valor y osadía, aventurándolos en campañas riesgosas y trascendentales en las que adoptan raras actitudes y toman determinaciones que tal vez afecten el equilibrio de sus vidas.

Así se desencadenan —gracias al licor— acciones de violencia, divorcios, abandono del hogar, deserción laboral y estudiantil, rompimiento de relaciones fraternas y personales, crímenes, cambio de hábitos de vida, etcétera.



 


 


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