miércoles, 20 de marzo de 2024

El protagonista del drama | Capítulo 7 - ¿Por qué quieres embriagarte? Novena entrega del libro

 

El protagonista del drama | Capítulo 7

Hablemos un poco de nuestro tema central, el alcohol. Desde el punto de vista científico puede catalogarse como una droga. Es un depresor del sistema nervioso central que produce efectos estimulantes e inhibitorios. Estas reacciones son relativas a la cantidad y a la capacidad de consumo de cada individuo, pero en general alteran parcial o definitivamente la conducta humana. Además, en circunstancias de intoxicación fuerte, puede conducir al estado de coma y consecuentemente a la muerte por depresión del sistema respiratorio.

Como síntomas generales de intoxicación podemos mencionar: alteración de los sentidos (especialmente visión y audición); disminución de la capacidad perceptiva; euforia, letargo, sueño, ansiedad, paranoia, depresión, confusión mental, desorientación; disminución de la coordinación física y mental; pérdida de la memoria y de la concentración; cambios de humor y de la emotividad, reducción en la capacidad autocrítica.

El consumo prolongado de alcohol crea dependencia física y psicológica, sus efectos pueden ser devastadores. Reduce la libido, anula las capacidades intelectuales, genera estados de irracionalidad y enfermedades mentales irreversibles. Incluso, puede llegar a producir el Síndrome de Korsakoff, que básicamente es un estado psicótico de alejamiento de la realidad.

En cuanto a efectos físicos y fisiológicos concretos: primordialmente se afecta el hígado, con posibilidad de desarrollar cirrosis hepática. Ataca el corazón y puede llegar a producir insuficiencia cardiaca. Afecta los músculos, el sistema digestivo, debilita el sistema inmunológico y favorece el origen y desarrollo de muchas enfermedades.

Ante semejante relación de consecuencias negativas que expongo, tal vez pienses que todo esto suena exagerado y dramático, llevado al extremo. En verdad, para entender su maligno poder, tenemos que ubicarnos en los límites de la etapa última de la adicción, después de atravesar un largo y tortuoso camino. —Ese que tomamos un día creyendo que nos llevaría a la felicidad—.

«Basta con que des el primer paso, solo tienes que estar cerca de él y te hará daño».

Por fortuna, no todos caemos al fondo. Algunos logran entenderlo a tiempo y abandonan el peligro, comprendiendo los riesgos y luchando por recuperar y disfrutar lo mejor de sus vidas. Muchos escuchan el llamado, entienden y aceptan la orientación que otros queremos aportar.

Quiero plantearlo de una manera muy simple: si yo nunca hubiese tenido las prematuras experiencias que tuve con el licor, en donde veía a mis padres, familiares y otros adultos consumiéndolo y disfrutándolo. Si nunca hubiese tomado algunos tragos para probarlo y experimentar. Si no hubiese contado con esa gran complicidad cultural, social y familiar; entonces, tal vez el alcohol nunca hubiera sido parte de mi vida. Lo rechazaría y me alejaría de él; le temería como si fuese veneno, como le temo a un desastre natural o a las fieras salvajes, a todo aquello que amenaza con destrucción y muerte. Lo ignoraría concibiéndolo como a un enemigo que nunca podría tocarme mientras no me acercase a él.

Veámoslo de otra manera: si hoy en día soy una persona cuyas costumbres y comportamientos no incluyen comer carne humana, cometer actos de terrorismo, ser un degenerado sexual, rendir culto a fetiches del mal, etcétera; es porque jamás estuve cerca de eso, nadie me lo enseñó ni me insinuó hacerlo. Nunca se me presentó la oportunidad de conocer de cerca estas conductas ni se me preparó para seguirlas o imitarlas, tampoco debí compartirlas con nadie como si fuesen aceptables; por eso ni siquiera las consideré. Incluso, ignoré que existían durante mucho tiempo. Pero además luego supe que eran negativas. Jamás estuvieron incluidas en mi menú o en mis alternativas de vida —gracias a que mis padres y la sociedad que me rodeó así lo quisieron—.

¿Lo comprendes? ¿Crees que puedes aceptar y validar lo que nunca has contemplado hacer en tu vida? Algo que es objeto de miedo, repudio y menosprecio por parte de tu familia y de la sociedad. Aquello que te enseñan a ignorar, a rechazar e incluso hasta a odiar desde que tienes uso de razón. Todo bajo argumentos reales, con amor y responsabilidad, haciéndote saber que eso te afecta, que te hace daño, te destruye, te deprime, te aleja de los demás, te resta habilidades, te roba tiempo y vida.

¿Lo aceptarías? ¿Transmitirías el mismo mensaje a tus hijos?

Espero que entiendas que mi posición de rechazo absoluto con respecto al alcohol es radical e inamovible. Puede parecer cursi o muy conservadora, más aún, viniendo de una persona que lo consumió en exageración durante treinta y cinco años o más, alguien que compartió casi toda su vida con esa adicción.

Como antes lo mencionaba, todas y cada una de mis actividades y mis pensamientos tenían relación con el licor. Cuando llegas a ese punto, te parece que el preciado líquido es tan indispensable como el agua, se te hace necesario a toda hora, se convierte en el complemento de tu existencia. No puedes concebir tu vida en otro plano diferente al que has trazado minuciosamente en la compañía del agraciado veneno. ―Debo seguir con las exageraciones tratando de sintetizar en palabras el dolor y la tragedia que han tocado a la humanidad como consecuencia de este flagelo―.

De manera recurrente escucharás noticias negativas y trágicas sobre la vida de las personas, relacionadas con el consumo del alcohol. Se percibirá entre tus seres queridos, aunque traten de ocultarlo, el temor y la desconfianza por tu salud y por tu integridad cuando estás ligado de alguna manera a la bebida. Siempre criticaremos y juzgaremos a los demás por acciones y circunstancias que terminan de forma negativa, también asociadas al elíxir embriagante.

Ocasionalmente, si somos consumidores, intentaremos reducirlo o abandonarlo por completo, motivados por las experiencias negativas vividas en carne propia, o por las que nos reflejan los casos de otros individuos.

«Algunas personas se jactan de su capacidad de control y el manejo pulcro de sus conductas en relación con la bebida, pero de manera implacable e inevitable en algún momento se han de manifestar las nefastas consecuencias para todos».

¿No te parece increíble que hagas algo teniendo conocimiento de que te hace daño?

¿No crees que sea una debilidad personal el hecho de que no puedas controlar la ansiedad por la bebida?

¿No es acaso un abuso del libre albedrío continuar por un camino con la certeza de que es el equivocado?

¿Te has preguntado por qué justificas una conducta que en el fondo sabes que te destruye paulatinamente?

«Perdóname si te hago estos cuestionamientos, lo importante es que en la intimidad de tu ser puedas dar respuesta a ellos y entenderlos».


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