viernes, 7 de octubre de 2011

ALCOHOL Y COMPORTAMIENTO DELINCUENCIAL


El alcohol, causa del 40% de los delitos, produce 10.000 muertos anuales
Cada media hora fallece un adicto en España

El alcohol, omnipresente droga nacional, se cobra al año más vidas que el resto de las drogas duras. El año pasado, al menos, treinta personas murieron de sobredosis etílica, una muerte súbita que acontece antes de que el paladar pierda su embriagante sabor a etanol. Menos apresuradas, pero igualmente ciertas, otras diez mil muertes producidas por la droga más barata y asequible del mercado engrosaron las estadísticas necrológicas del año anterior. Cada media hora muere un adicto al alcohol en España. Algunos, tras batir su récord en un concurso; otros, en la cama de un hospital.
Convertido ya en la tercera causa de mortalidad en nuestro país, la crónica negra distribuye así las maneras más frecuentes de sucumbir a causa del alcohol: 4.000 muertes anuales por cirrosis hepática de origen alcohólico; 2.000 por accidentes de tráfico de consecuencias mortales; 400 por accidentes de trabajo; 400 más, por suicidio; otros 3.000 restantes, por causas varias (homicidios, reyertas, neumonías, accidentes domésticos, delirium tremens, caídas, etcétera). Más tóxico
proporcionalmente que la heroína y mucho menos placentero que la cocaína y los diversos derivados del opio, el alcohol produce una euforia personal y social de bajo coste, pero su abuso crea mayor número de enfermos que la epidemia de gripe. De hecho es el rito social que segrega mayor morbilidad en nuestro país, ya que es la fuente del mayor número de enfermedades que se producen al año. Desde el primer síndrome, el insomnio, hasta la demencia alcohólica, o la senilidad precoz, las redes del alcohol son lentas y suaves, pero extraordinariamente tupídas: úlcera gástrica, pancreatitis, hepatitis alcohólica, polineuritis, anemia y desnutrición (un gramo de alcohol equivale a siete kilocalorías vacías), cardiopatías, epilepsia, impotencia, hipo erotismo y esterilidad, entre otras enfermedades, son su factura cotidiana. Así, el país soporta 12.000 enfermos de cirrosis, algunos de ellos todavía niños; 2.000 internos crónicos en manicomios; 100.000 incapacitados para el trabajo. Altas son las cifras, de igual modo, relativas al número de accidentes de trabajo (150.000) y de tráfico (36.000), cuya causa inmediata es el alcohol. Un coste económico que, entre gastos directos e indirectos, supone una sangría anual de más de 20.000 millones de pesetas. El Estado sólo recupera algo más de 7.000 millones al año a través de los impuestos fiscales sobre bebidas alcohólicas. Las empresas del sector se embolsan más de 60.000 millones, según datos de 1974, hoy presumiblemente rebasados. Pero hay además un gasto social que no se ha evaluado hasta ahora y es que el 40% de los actos delictivos es llevado a cabo por alcohólicos o por personas que actúan bajo los efectos del alcohol.
Alcohol y delincuencia
«El número de delitos cometidos en estado de embriaguez supera al de los adjudicados a los yonquis y demás toxicómanos», señala el ex policía José María Mato Reboredo, asesor del Ministerio del Interior en temas de drogas. «Las casas de socorro y las urgencias clínicas también reciben más casos de embriaguez diaria que de intoxicaciones medicamentosas, tentativas de suicidio o sobredosis de droga». «Con la diferencia», explica el psiquiatra González-Daro, «de que el alcohólico es un drogadicto que bebe hasta la destrucción. En él hay un impulso autodestructivo permanente, sobre todo en esos estados, residuales del alcoholismo, en el que el sujeto no tiene nada que perder». La agresividad gratuita y pendenciera es otra manifestación característica. «Mientras que el drogota no alcohólico roba para conseguir comprar su cara droga clandestina, el bebedor habitual se parapeta en su estado de embriaguez para potenciar su acción delictiva». Droga legal por excelencia, el alcohol es a la vez un paraíso caseto y una dolce vita entre delirante y sórdida. Uno de cada diez españoles es ya alcohólico crónico o está a punto de serlo. El resto casi podría emborracharse con tan sólo aspirar el aroma de esos 130 litros de alcohol que, según las estadísticas, bebe cada español al cabo del año. El 30% de los enfermos crónicos sufre una dependencia física de su bebida preferida u ocasional, y no puede pasar sin ella, otro 70% acusa una dependencia psíquica y social más llevadera.
Hasta el 90% de los niños entre doce y quince años consume habitualmente alcohol.
La frontera entre alcohólicos y pre alcohólicos es difusa. Unos y otros sufren un cierto síndrome de abstinencia, aunque beban con una intensidad más o menos controlada. Hay tantos alcohólicos clandestinos, tantas dependencias camufladas por coartadas profesionales o sociales, que seguramente las estadísticas se quedan cortas. En nuestro país, el alcoholismo se ceba aparentemente en la clase baja: el 25% de los alcohólicos consume habitualmente vino de taberna y son, en su mayoría, trabajadores de la construcción. Su agresividad doméstica es más brutal, su santo y seña suele ser «más macho el que más aguante», y su vida familiar, a menudo patética, termina en el juzgado de guardia. El alcohólico de clase media y alta puede soportar mejor su adicción, su vida familiar no se resiente por su absentismo laboral y su entorno no chirría como en el del alcohólico pobre. Su agresividad suele ser más refinada, termina divorciándose de su cónyuge y, entre sus opciones, puede caber el suicidio premeditado.
Los drogadictos tránsfugas, amantes en otros tiempos de la cocaína o de la anfeta, se refugian en el alcohol.
«Pero yo no considero al alcoholismo una estricta enfermedad -aunque haya un 20% de alcohólicos que tiene problemas psíquicos más o menos graves», denuncia el doctor Elías Cáceres. «Llamar enfermo a un alcohólico es ya algo demodé, una excusa cómoda para el bebedor y una disculpa hipócrita para la sociedad. El alcoholismo produce enfermedades muy serias, sí, pero no sólo es un problema médico, sino social e incluso político».

Seguridad Ciudadana
Alcohol y delincuencia
Los jóvenes que abusan del alcohol, mucho más proclives a ser delincuentes o mendigos
http://www.20minutos.es/noticia/272230/0/alcohol/drogas/delincuentes/
Según un estudio realizado en Gran Bretaña entre 11.000 jóvenes.
Las probabilidades de convertirse en un sin techo son un 60 % mayores para los jóvenes consumidores de alcohol.
El abuso regular de bebidas alcohólicas, fenómeno cada vez más frecuente entre los adolescentes británicos, propicia la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia cuando ésos llegan a la edad adulta.
Tal es la conclusión de un estudio que examinó los hábitos en materia de consumo de alcohol de 11.000 adolescentes de dieciséis años en 1986 y vio luego lo que les había ocurrido al cumplir los treinta años.
Según ese estudio, publicado en el Journal of Epidemiology and Community and Health, quienes habían abusado del alcohol durante la adolescencia no sólo eran más proclives al alcoholismo y a la delincuencia, sino que sufrían otros graves problemas.
Las probabilidades de convertirse en un sin techo son un 60 % mayores para los jóvenes consumidores de alcohol. Así, tenían un 40 por ciento más de probabilidades de consumir drogas ilegales y sufrir problemas mentales que quienes no habían abusado de la bebida cuando eran adolescentes.
Las probabilidades de que se hubieran convertido en personas sin techo eran un 60 por ciento mayores y cuatro veces mayores las de que hubiesen sido expulsados de la escuela.
Según el director del estudio, Russell Viner, "el abuso de alcohol entre los adolescentes es un comportamiento de riesgo que acarrea más tarde la exclusión social y otros sucesos adversos".
Publicado por Julio Grau en 15:23

ISSN 0214 - 7823
ADOLESCENCIA: CONSUMO DE ALCOHOL Y OTRAS DROGAS

José P. Espada*, Xavier Méndez*, Kenneth W. Griffin** y Gilbert J. Botvin**

* Universidad de Murcia. ** Universidad de Cornell, Nueva York


El consumo de alcohol y otras drogas entre los adolescentes suscita preocupación social. Por un lado, ciertas características de este período evolutivo pueden facilitar el consumo de alcohol y otras drogas. Por otro, el consumo de estas sustancias suele iniciarse en esta etapa de la vida. En este artículo se analizan las tendencias actuales del consumo de alcohol y otras drogas en la adolescencia. Se discuten los problemas derivados del abuso de alcohol que afectan de forma especial a los adolescentes. Se revisan los factores de riesgo del consumo abusivo, exponiendo un modelo integrador. Se concluye con una propuesta de intervención para ser aplicada en contextos educativos, el programa Saluda al fin de semana, un currículo preventivo dirigido a estudiantes de enseñanza secundaria obligatoria.

The abuse of drugs during adolescence continues to be an important societal problem. The relationship between adolescence and drug use is complex: some characteristics of each stage of adolescence can facilitate the abuse of alcohol and other drugs; furthermore, the onset of drug use typically occurs during those years. In this article, present trends in the use and abuse of alcohol and other drugs during adolescence are described. The primary problems associated with alcohol abuse during adolescence are synthesized. The main risk factors for the abusive consumption of alcohol are reviewed, and an integrative model is presented. The article concludes with a description of Saluda al fin de semana, a preventive intervention for adolescents in educational contexts.

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Correspondencia:
José Pedro Espada Sánchez.
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos.
Facultad de Psicología
Edificio Luis Vives. Campus Universitario de Espinardo.
Apartado 4021. 30800 Murcia. España
E_mail: jpespada@um.es

EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL Y OTRAS DROGAS

El consumo de alcohol y otras drogas en la adolescencia suscita preocupación social. En nuestro país un sector de adolescentes y jóvenes asocian el disfrute del ocio y de las relaciones sociales con el uso de sustancias. El abuso de alcohol, en ocasiones unido a drogas de síntesis, durante el fin de semana, en lugares no habilitados como la vía pública, ha motivado que la administración adopte medidas legales para responder a las quejas sobre el "botellón" y el "pastillazo". La relación adolescencia-drogas es bidireccional. Por un lado, ciertas características de este período evolutivo pueden facilitar el consumo de alcohol y otras drogas, de hecho, el consumo de estas sustancias suele iniciarse en esta etapa de la vida. Por otro lado, el consumo abusivo de alcohol y otras drogas puede interferir en el desarrollo saludable del adolescente.

Consumo de alcohol y otras drogas en la adolescencia

La última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas dirigida a estudiantes de secundaria entre 14 y 18 años pone de relieve las tendencias actuales del consumo adolescente de alcohol y otras drogas, destacando: a) las sustancias más consumidas son el alcohol y el tabaco, con tasas de adolescentes que las han probado del 76% y 34% respectivamente, b) el consumo de alcohol y el de tabaco presentan la mayor continuidad o fidelización, c) el consumo de alcohol se concentra los fines de semana, d) el patrón de consumo de alcohol es experimental u ocasional, vinculado principalmente a contextos lúdicos, e) las chicas consumen alcohol, tabaco y tranquilizantes, con más frecuencia pero en menor cantidad, mientras que los chicos consumen drogas ilegales en mayor proporción, f) el éxtasis es la sustancia psicoestimulante con mayor porcentaje de consumidores habituales (2,5%).

De acuerdo con la encuesta del Observatorio Español sobre Drogas (2000), el 76% y el 89% de los escolares que habían probado el alcohol o el tabaco volvieron a consumir estas sustancias en los últimos treinta días. Con respecto al alcohol, el 43% de los adolescentes que había bebido en el último mes lo hizo exclusivamente durante el fin de semana. Cerca del 40% reconoció haberse emborrachado alguna vez. Entre los consumidores de drogas ilegales se constató que el patrón de uso continuado era relativamente frecuente, 62% para el cánnabis y 44% para el éxtasis. Nuestro grupo de investigación realizó un estudio epidemiológico con una muestra representativa de más de mil estudiantes de secundaria para conocer las tasas de consumo. El 68% de los adolescentes había probado el alcohol y el 38% eran bebedores habituales (Espada, Méndez e Hidalgo, 2000).

El contacto de los escolares con las drogas se produce a edades tempranas. Las edades medias de inicio para las distintas sustancias son 13,2 años para el tabaco, 13,6 para el alcohol, 14,5 para los tranquilizantes, 14,8 para el cánnabis y 15,7 para la cocaína (Observatorio Español sobre Drogas, 2000). No existen diferencias significativas de género en las edades de inicio del consumo de las distintas drogas. Si se comparan las encuestas de 1998 y 2000, se constata que las edades de inicio del tabaco, del alcohol y del cánnabis son prácticamente las mismas, en cambio, el inicio en el consumo de tranquilizantes, anfetaminas, éxtasis, alucinógenos, y cocaína, se retrasa ligeramente.

Problemas derivados del abuso de alcohol en la adolescencia

Es complejo determinar cuándo el consumo adolescente de alcohol resulta problemático, ya que la aparición de secuelas físicas requiere que se haya estado abusando de esta sustancia cierto tiempo. Según la encuesta sobre drogas, el 28,5% de los escolares ha sufrido alguna repercusión negativa del consumo de alcohol, principalmente problemas de salud, riñas, discusiones y conflictos familiares (Observatorio Español sobre Drogas, 2000). Las principales consecuencias negativas que pueden padecer los adolescentes son:

- Intoxicación etílica aguda o embriaguez. A mayor cantidad de alcohol ingerido, mayor descoordinación motora, agresividad y episodios de pérdida de conocimiento. La intoxicación etílica grave puede desembocar en coma, llegando incluso a provocar la muerte.

- Problemas escolares. El consumo de alcohol repercute directamente en el rendimiento escolar. La investigación ha confirmado la relación entre consumo de alcohol y fracaso escolar (Perula et al., 1998; Vega, 1989).

- Sexo no planificado. Las relaciones sexuales entre adolescentes a menudo tienen lugar durante el fin de semana, igual que el consumo de alcohol. O’Hara et al .(1998) hallaron que un tercio de las experiencias sexuales entre adolescentes tenían lugar después de haber tomado drogas. Aunque los adolescentes disponen de información sobre los métodos para prevenir las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados, la embriaguez puede actuar como una barrera que dificulta la puesta en práctica de las conductas de salud (Cooper et al., 1994).

- Accidentes de tráfico. El riesgo de padecer un accidente aumenta por la pérdida de reflejos, la desinhibición, la sensación de control, la euforia y los déficits perceptivos ocasionados por el alcohol. Según Romero (1994), hasta un 60% de los accidentes de tráfico se explican por la combinación jóvenes-alcohol-fin de semana.

- Problemas legales. Numerosos estudios han probado la relación entre el alcohol y el comportamiento delictivo (Bartual et al., 2000; Fergusson, Horwood y Linskey, 1996; Otero-López, Romero y Luengo, 1994; Vega, 1989). Entre los adolescentes consumidores existe mayor probabilidad de realizar actividades predelictivas (Basabe y Páez, 1992; Graña y Muñoz, 2000). Otras conductas antisociales asociadas a las drogas y al fin de semana son la conducción de vehículos sin carné, el daño deliberado a bienes públicos, el robo de artículos y las peleas físicas (Calafat et al, 2000).

- Problemas afectivos. Varios estudios han puesto de manifiesto la relación entre abuso de alcohol y suicidio. Pons y Berjano (1999) señalan que aproximadamente la mitad de los intentos de suicidio en las mujeres y las dos terceras partes en los varones se producen bajo los efectos del alcohol.

- Alcohol y consumo de otras drogas. Se considera al alcohol como una "puerta de entrada" al consumo de otras sustancias. Generalmente el consumo de drogas ilegales está precedido por el de sustancias legales, siendo una cadena habitual: alcohol → tabaco → cánnabis → otras drogas ilegales (Arévalo et al., 1997; Comas, 1990). La magnitud del consumo de alcohol es una variable estrechamente relacionada con el uso de drogas ilegales, de modo que el consumo precoz de bebidas alcohólicas aumenta la probabilidad de usar más sustancias (Secades, 1996).

ETIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL Y OTRAS DROGAS

Durante las últimas décadas se ha avanzado considerablemente en la investigación sobre la etiología del abuso de sustancias en la adolescencia, proponiéndose múltiples explicaciones teóricas (Becoña, 1999). El modelo de creencias de salud de Becker (1974) resalta la importancia de los déficitss en los procesos de toma de decisiones. La teoría del aprendizaje social de Bandura (1977) recalca la influencia negativa de los compañeros y de los adultos significativos que actúan como modelos consumidores. Los teóricos de la personalidad subrayan la vulnerabilidad individual, por ejemplo la teoría de la auto-depreciación de Kaplan (1980) otorga un papel central a las carencias afectivas de la persona. Otras teorías, como el modelo de desarrollo social de Hawkins y Weis (1985), analizan el conflicto generacional e insisten en la importancia del distanciamiento adolescente de la familia y del entorno escolar. También se han planteado propuestas integradoras, como la teoría de la conducta problema de Jessor y Jessor (1977), que intentan conjugar múltiples determinantes del consumo de drogas en la adolescencia.

En conjunto los estudios han identificado numerosos factores de riesgo del consumo de drogas en la adolescencia, así como factores protectores que reducen la probabilidad del abuso de sustancias (Hawkins, Catalano y Miller, 1992).

Factores macrosociales

- Disponibilidad y accesibilidad a las sustancias. En nuestro país el carácter de droga legal convierte al alcohol en un producto disponible de fácil acceso, por los múltiples establecimientos donde se puede adquirir, los amplios horarios de venta, el precio asequible de las bebidas y el escaso control de la venta a menores.

- Institucionalización y aprobación social de las drogas legales. El alcohol es una droga aceptada socialmente. La televisión, el cine y la prensa muestran imágenes de personajes famosos y personas con prestigio social bebiendo.

- Publicidad. Constituye una importante fuente de presión social hacia el consumo. Los anuncios asocian la bebida con valores y estímulos atractivos para los adolescentes, como la amistad, el carácter y la personalidad, la transición a la adultez, el sexo, el riesgo y la aventura, etc. Estos mensajes persuasivos son difíciles de contrarrestar por los adolescentes que en muchos casos carecen de una actitud crítica frente a la publicidad. Por esta razón, se ha limitado la presencia de mensajes publicitarios dirigidos explícitamente a población adolescente.

- Asociación del alcohol y drogas de síntesis con el ocio. El consumo juvenil de drogas se encuentra ligado al tiempo libre, los fines de semana, a ciertos lugares de oferta como discotecas, bares o pubs, y a la búsqueda de nuevas sensaciones y experiencias. La utilización que se hace del tiempo libre se relaciona con el riesgo de consumo de sustancias, y se asocia con la asistencia a lugares de oferta y con la búsqueda inmediata de sensaciones nuevas y/o placenteras producidas por las drogas.

Factores microsociales

- Estilos educativos inadecuados. La ambigüedad en las normas familiares, el exceso de protección, la falta de reconocimiento y una organización familiar rígida influyen negativamente en el adolescente, y pueden desembocar en una personalidad con escasa aserción o en un enfrentamiento con el mundo adulto (Arbex et al., 1995).

- Falta de comunicación y clima familiar conflictivo. La comunicación satisfactoria evita el aislamiento, educa para las relaciones extrafamiliares, promueve la expresión de sentimientos, y facilita el desarrollo personal. Por el contrario, la incomunicación y el ambiente familiar enrarecido contribuyen a generar y mantener los déficits y carencias personales, que el adolescente puede intentar compensar recurriendo a las drogas. Numerosos autores destacan la relación entre la vivencia negativa de las relaciones familiares y el uso de drogas (Elzo, Lidón y Urquijo, 1992; Macià, 2000; Recio, 1992; Varó, 1991).

- Consumo familiar de alcohol. Los estudios revelan la relación significativa del consumo de alcohol de padres, hermanos e hijos (Méndez y Espada, 1999).

- Influencia del grupo de amigos. La pandilla es el marco de referencia que ayuda a afianzar la identidad adolescente frente al mundo adulto y satisface el sentimiento de afiliación o pertenencia a un grupo de iguales. La probabilidad de beber aumenta si el adolescente se integra en un grupo que consume alcohol, por influencia indirecta del modelado de los compañeros o directa de la presión de grupo al instigar a la bebida mediante invitaciones explÌcitas (Comas, 1992).

Factores personales

- Desinformación y prejuicios. La falta de conocimiento o la información errónea sobre la naturaleza de las drogas, extensión del consumo adolescente, repercusiones negativas a corto y largo plazo, etc., alienta la curiosidad o impide valorar acertadamente los riesgos. Así, una elevada proporción de adolescentes considera que el alcohol no es una droga (García-Jiménez, 1993).

- Actitudes favorables hacia el alcohol y drogas de síntesis. Las actitudes favorables al uso de sustancias son importantes predictores del inicio del consumo de alcohol y otras drogas.

- Déficits y problemas del adolescente. Los déficits y problemas personales constituyen factores de riesgo porque el adolescente puede intentar compensarlos o aliviarlos recurriendo al alcohol y otras drogas. El consumo de alcohol se relaciona estrechamente con pobre autoestima y locus de control externo (Alonso y Del Barrio, 1996), y con trastornos de ansiedad y del estado de ánimo (Blau et al., 1988).

Modelo integrador de los factores de riesgo

Dado el gran número de variables que influyen en el consumo de alcohol y otras drogas, parece apropiado plantear una etiología multicausal. En la figura 1 se presenta un modelo que integra los principales factores que contribuyen al consumo de drogas en la adolescencia, agrupados en tres categorías: a) los factores contextuales incluyen variables sociodemográficas, biológicas, culturales y ambientales; b) los factores sociales se refieren tanto al entorno próximo del adolescente, familia, escuela, grupo de amigos, como a la influencia mediática de la publicidad y los medios de comunicación; c) los factores personales comprenden cogniciones, habilidades, y otras variables personales relevantes.

El modelo considera que los factores sociales y personales actúan conjuntamente facilitando la iniciación y escalada del consumo de alcohol y otras drogas. Así, algunos adolescentes pueden verse influidos por los medios de comunicación, mientras que otros pueden estar influenciados por familiares o amigos que beben. Las influencias sociales tienen mayor impacto en los adolescentes psicológicamente vulnerables, cuyos repertorios básicos de conducta son pobres, por ejemplo déficits en habilidades sociales o académicas, y con deficiencias o problemas psicológicos como baja autoestima, ansiedad o estrés. Cuantos más factores de riesgo incidan en un adolescente, mayor probabilidad de consumo de alcohol y otras drogas.

LA PREVENCIÓN ESCOLAR DEL ABUSO DE ALCOHOL Y OTRAS DROGAS

El conocimiento de las variables y de los mecanismos que conducen al consumo de alcohol y otras drogas es una información útil para elaborar programas de prevención. Así, una intervención dirigida a aumentar la competencia personal mediante entrenamiento asertivo puede tener efectos beneficiosos sobre varios factores psicológicos, por ejemplo adquirir habilidad para rechazar ofrecimientos de bebida y mejorar la autoestima, factores que protegen del abuso de sustancias.

El programa Saluda al fin de semana pretende enseñar a convivir con las drogas, previniendo el abuso de alcohol y el consumo de drogas de síntesis en contextos de ocio (Espada y Méndez, en prensa). Sus objetivos generales son retrasar la edad de inicio del consumo, promover la abstinencia o el uso responsable, reducir el abuso de alcohol y el consumo de drogas de síntesis. La finalidad es romper el binomio "diversión-droga", asociado a los actuales patrones de consumo de sustancias como facilitadoras de la diversión en los períodos de ocio. El programa actúa a tres niveles:

a) Cognitivo. Proporciona información, presentada de forma activa y persuasiva, sobre las repercusiones negativas a corto y largo plazo, sobre las diferencias entre uso y abuso de sustancias, sobre los factores de riesgo, y sobre las tasas de consumo adolescente de alcohol y drogas de síntesis con el fin de modificar la sobreestimación que suelen realizar para justificar la decisión adolescente de consumir.

b) Actitudinal. Promueve fortalecer actitudes favorables hacia la salud mediante la abstinencia o el uso responsable del alcohol, y el no consumo de drogas de síntesis. También persigue inocular actitudes contrarias al abuso de sustancias.

c) Conductual. Entrena repertorios básicos de habilidades sociales para desarrollar la capacidad de relacionarse sin recurrir al alcohol y especialmente para resistir la presión de grupo en situaciones de consumo de drogas en momentos de ocio. Enseña habilidades de resolución de problemas y toma de decisiones, para buscar ofertas saludables de tiempo libre en la ciudad e implicarse como alternativa al aburrimiento y al abuso de sustancias, y para adoptar una decisión personal sobre el consumo expresada en forma de compromiso público. Finalmente fomenta las habilidades de autocontrol, como el autorreforzamiento del consumo responsable los fines de semana.

En la línea de las intervenciones centradas en la mejora de la competencia personal, el programa Saluda resalta el entrenamiento de las habilidades directamente relacionadas con los factores de riesgo. La lógica del programa considera que los adolescentes consumen alcohol y otras drogas por motivos personales, búsqueda de estimulación positiva (p. ej., sensaciones placenteras) o escape/evitación de estimulación aversiva (p. ej., estados emocionales negativos), y por motivos sociales, instigación/imitación (p. ej., invitaciones de los amigos) o facilitación de las relaciones interpersonales (p. ej., desinhibición social). Los componentes básicos del programa Saluda se justifican por las cuatro motivaciones mencionadas (tabla 1):

- Resolución de problemas. Se utiliza una adaptación del procedimiento de D´Zurilla y Goldfried (1971). Al principio se aplica el método a situaciones cotidianas y después se valoran específicamente los "pros" del no consumo o del uso responsable y los "contras" del abuso de drogas, con el fin de tomar una decisión personal.

- Actividades de ocio saludable. Se enseña a buscar información sobre la oferta de actividades juveniles para el tiempo libre en la ciudad. También se invita a responsables de instituciones culturales, clubes deportivos, etc., para que comenten el plan de sus organizaciones.

- Resistencia a la presión. Se discuten y se fomenta la crítica de las estrategias de persuasión publicitarias para promover el consumo de alcohol y, en menor medida, de tabaco. Se lleva a cabo el entrenamiento en aserción para enseñar al adolescente a defender sus derechos, a decir "no" y a resistir la presión del grupo para el abuso de alcohol y/o el consumo de drogas de síntesis.

- Habilidades sociales. El procedimiento consta de instrucciones del monitor, modelado de compañeros líderes, representación de papeles (role-playing) de los participantes, reforzamiento positivo y retroalimentación constructiva del monitor y del grupo. Las habilidades entrenadas son escucha activa, inicio, mantenimiento y conclusión de conversaciones, y expresión de opiniones y sentimientos positivos.

Además de los elementos descritos el programa incluye:

- Información sobre las drogas. Mediante una metodología participativa y lúdica, se proporciona información sobre la naturaleza del alcohol y de las drogas de síntesis y sobre sus repercusiones negativas a corto y a largo plazo, resaltando las consecuencias negativas inmediatas y evitando recurrir al miedo.

- Compromiso público. Una vez que el adolescente ha valorado las ventajas del no consumo o del consumo responsable y los inconvenientes del abuso, toma su decisión personal con respecto al uso del alcohol y las drogas de síntesis. A continuación declara su intención de conducta ante los compañeros, formalizándola en un contrato conductual firmado voluntariamente.

- Entrenamiento en autorrefuerzo. Se enseña al adolescente a auto-recompensarse por el cumplimiento del compromiso sobre el no consumo o el uso responsable de sustancias los fines de semana.

El programa Saluda consta de diez sesiones a razón de dos por semana. En la tabla 2 se describen sus objetivos, contenidos y actividades. Un estudio piloto reveló que el programa aumentaba el nivel de conocimientos sobre el alcohol y las drogas de síntesis, y modificaba la percepción normativa del consumo. Su eficacia preventiva fue media-alta (d+= 0,78), al compararlo con un grupo control sin intervención (Espada, 2002).

CONSIDERACIONES FINALES

Algunas características de la etapa adolescente facilitan el consumo de alcohol y otras drogas, que generalmente se inicia durante este período evolutivo. El problema del abuso de sustancias posee un origen multicausal, por lo que las acciones preventivas deben conjugar múltiples variables. Los factores implicados sugieren la conveniencia de intervenir a nivel familiar, escolar y social. Un reto de la prevención escolar del abuso de drogas escolar es su integración transversal en educación primaria y secundaria. El desarrollo de los temas y actividades en el aula requiere, por un lado, la formación continuada de los docentes y, por otro, el suministro de materiales y medios didácticos para llevar a cabo con éxito esta labor. Para cumplir ambos requisitos es necesario el concurso de la administración.

Aunque en los últimos años se ha producido un notable avance en este campo, además de elaborar programas preventivos fundados en una sólida base teórica es preciso valorar su eficacia. Sin embargo, y a pesar del volumen de investigación, gran parte de los estudios adolecen de serias deficiencias metodológicas, como falta de grupo de control, utilización de instrumentos de evaluación sin garantías psicométricas, pobreza de medidas cuantitativas, etc. En un metaanálisis realizado por nuestro grupo de investigación hallamos que el efecto de los programas preventivos aplicados en España es pequeño, situándose en el límite inferior de la categoría "baja eficacia" establecida por Cohen (1988). No obstante, las evaluaciones de seguimiento revelan que la eficacia de la prevención tiende a aumentar con el paso del tiempo (Espada et al., 2002).

Pese a los esfuerzos invertidos en prevención, el consumo de alcohol y otras drogas en la adolescencia suscita preocupación en la sociedad. La situación es similar a la de otros países desarrollados. Hoy conocemos que una intervención eficaz debe incluir al menos una fase de adquisición de conocimientos por medio de la transmisión persuasiva de determinados contenidos, una fase de adquisición de habilidades mediante variados entrenamientos y tareas para casa, y una fase de toma de postura personal culminada en un compromiso público sobre el uso de sustancias. Afortunadamente disponemos de varios programas que han probado ser eficaces con población escolar española. Urge, pues, continuar investigando en un campo donde las pautas de consumo evolucionan rápidamente. En este sentido, el programa Saluda pretende reducir el uso recreativo de drogas en momentos de ocio y prevenir el abuso de alcohol y el consumo de drogas de síntesis los fines de semana, constituyendo una intervención novedosa que responde al reto de enfrentarse a los nuevos patrones del consumo juvenil de sustancias.

domingo, 21 de agosto de 2011

FARMACOLOGÍA DEL ALCOHOL



Farmacología del Alcohol y sus Interacciones
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José Antonio Cuellas Arroyo
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ESPAÑA
Alcohol Etílico
El consumo permitido y socialmente aceptado del alcohol etílico o etanol, sustancia de abuso utilizada en la mayor parte de las culturas y épocas y tóxico más universalmente consumido, origina una problemática que, en el caso de abuso en su consumo trasciende a lo social, sanitario, laboral y familiar.
El alcohol se halla presente en las consideraciones médico-legales de numerosos procedimientos judiciales culposos, por conductas imprudentes, o facilitador de la comisión dolosa de ilícitos.
El alcohol se obtiene por fermentación de azúcares, por destilación de la madera... y es usado como bebida, medicamento, perfume, limpiador. Se acompaña de otros componentes (aldehídos, cetonas, ácidos, ésteres, taninos, colorantes, otros alcoholes y sustancias con efectos farmacológicos) que le confieren sus cualidades.

Características Químicas del Etanol
Es un alcohol alifático, líquido, incoloro, hidrosoluble, C2H5OH CH3-CH2-OH, de 48 Dalton de Peso Molecular, Densidad: 0,791 g/ml

Toxicocinética - Absorción
El alcohol se absorbe por difusión pasiva a favor de gradiente, por vía oral, pulmonar, cutánea... Es escasa en boca y esófago, en estómago: 20-25 %, y en Intestino Delgado: 75-80 %. El pico (nivel máximo) se alcanza a la hora, aproximadamente. Si hay alimentos se precisan 2-6 horas para que sea completa. Absorción de etanol es más rápida en soluciones al 20-30%.
Hay una producción endógena de 1-2 g/día (Concentración 0,1 g/L). Modifican la absorción la presencia de alimentos, las comidas copiosas o con alto contenido en proteínas, la disminución/incremento en la capacidad de absorción gástrica o el retraso/la aceleración en el vaciamiento gástrico.

Toxicocinética - Distribución
La concentración en el aliento es más baja que en la sangre arterial, aunque sigue su tendencia. La ratio Sangre / Aire expirado es aproximadamente de 2300/1. Cruza rápidamente la barrera placentaria. La distribución es homogénea en todos los tejidos. Su volumen de distribución es de 0,53 L/Kg.
Hay diferencias de concentración entre sangre arterial (aire expirado) y la venosa y fenómenos de redistribución postmortem. La ratio Sangre venosa/Humor vítreo es de 0,93.

La cantidad de alcohol ingerida o alcoholemia que daría la ingesta de una cantidad conocida podría estimarse a partir de la fórmula
A = p . r . c
A = Cantidad de alcohol en el organismo (g de alcohol ingeridos)
p = Peso corporal en Kg.
r (Volumen de distribución)= 0.68 (± 0.085) hombres y 0.55 (± 0.055) mujeres
c = Concentración del alcohol en sangre (alcoholemia)
La estimación de una alcoholemia anterior en base a una conocida puede hacerse en base a esta fórmula

C0 = C1 + β . t
β = Coeficiente de etiloxidación
0.0025 ± 0.00056 en hombres
0.0026 ± 0.00037 en mujeres
C1 es la concentración de alcohol transcurrido un tiempo t (en minutos)
Esta determinación no es adecuada en concentraciones extremas

Toxicocinética - Metabolismo
El 90-98 % del alcohol se oxida en el hígado. La velocidad es independiente del tiempo y de la concentración. Depende del peso corporal (peso del hígado).
Eliminación por metabolización: 0.1 - 0.3 g/L de sangre/hora. Valor medio 0,15 g/L sangre/hora. β mayor con el ejercicio, metabolismo acelerado y en la inducción enzimática (bebedor habitual). β menor a altas temperaturas, patología hepática, renal, desnutrición.
La rapidez en la metabolización del etanol dependerá fundamentalmente de la integridad de los sistemas enzimáticos (más activos en bebedores habituales sanos) y de la predisposición genética (acetiladores rápidos/lentos).


El incremento de los niveles de acetaldehído y la depleción de glutation y de S-adenosilmetionina interviene en la formación de radicales libres y la consiguiente citotoxicidad. Se atribuye a la degradación de la Vitamina B6 por el acetaldehído y a sus consecuencias sobre el sistema GABAérgico la aparición de temblores y convulsiones.
Trastornos circulatorios (vasodilatación, rubefacción, cefaleas...) aparecen en la asociación de consumo de alcohol y de fármacos con efecto Antabús.

Toxicocinética - Excreción
El 5-10% se elimina por aliento, orina, sudor o leche materna (sin metabolizar). Pico en orina: 30 - 220 min. Los niveles de alcoholuria pueden ser menores, similares o superiores a los de alcoholemia, según la fase.
Aclaramiento renal: 86.4 a 154.2 mg/kg/h.
Aclaramiento total: 0,186 g/L por hora

Intoxicación
2 g/L: Pérdida de conciencia (infusión rápida)
2-3 g/L: Ataxia
3-4 g/L: Estupor, coma, anestesia
Gran variabilidad individual en la dosis para provocar alteración en los
niveles de conciencia.
5-8 g/L: Muerte (Depresión respiratoria)

Interacciones
Aunque el alcohol es considerada una bebida, no un fármaco, fármacológicamente hablando tiene mucha relación con medicamentos que actúan deprimiendo el sistema nervioso central.
  • § Efecto potenciador de la acción sedante de ciertos fármacos:
  • § Probablemente la interacción más común.
  • § Analgésicos, anticonvulsivantes, hipnótico-sedantes, antidepresivos, antipsicóticos, neurolépticos, opiáceos, inhibidores del apetito, con alcohol, incrementan los riesgos.
  • § Barbitúricos: el alcohol puede inhibir los enzimas hepáticos encargados del metabolismo de los barbitúricos.
  • § Benzodiacepinas: efectos aditivos. Difícil comparar resultados. Incrementa la absorción y niveles del algunas BDZ. El Alprazolam asociado con alcohol puede incrementar el riesgo de conductas agresivas.
  • § Clometiazol: Con alcohol es potencialmente letal por potenciar efectos sedantes y aumentar su biodisponibilidad.
  • § Codeína, Dextropropoxifeno, Glutetimida, Maprotilina, Meprobamato

  • § Efecto Antabús: Hidrato de Cloral (efecto sumatorio depresor, además), Ciertas setas, Furazolidona, Griseofulvina, Ketoconazol, Nitroimidazoles, Procarbazina, Cefalosporinas (cefamandol y otras)
  • § Antagonistas de la acción depresora: Las Anfetaminas pueden reducir en algún grado el efecto del alcohol sobre la destreza al conducir. La Cafeína NO contrarresta el efecto del alcohol.
  • § Inhibición por sobrecarga de azúcares: La sobrecarga de fructosa acelera la oxidación del alcohol posiblemente al reoxidar la NADH a NAD+.
  • § Antagonistas de receptores de Histamina H2: Cimetidina, Ranitidina y Famotidina no está claro que eleven y prolonguen la alcoholemia por inhibición de la ADH.
  • § Otros
  • § Anticolinérgicos: Atropina (trastornos de atención) Escopolamina (no interacciona)
  • § Antihistamínicos: (Somnolencia)
  • Prometazina, clorfeniramina, difenhidramina (marcada)
  • Clemizol, ciproheptadina, triprolidina (poco marcada)
  • Astemizol, ebastina, loratadine (mínima o ausente)
  • § Bloqueantes de canales de Ca:
  • Verapamil, puede elevar y prolongar la alcoholemia
  • Etanol parece inhibir el metabolismo del nifedipino.
  • § Cannabis: Se suman los efectos. Pico más bajo y efecto más duradero.





viernes, 29 de julio de 2011

PERSONALIDAD Y ALCOHOL


TRASTORNOS DE ANSIEDAD INDUCIDOS POR ALCOHOL
Entre ellos se encuentran los trastornos por ansiedad generalizada, los trastornos por angustia, los obsesivo-compulsivos y los fóbicos. En estos trastornos la ansiedad, descrita como la anticipación aprensiva de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia o de síntomas somáticos de tensión, es lo que predomina.
En el caso de que el trastorno sea con ansiedad generalizada el paciente presentará una preocupación excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades, le será difícil controlar su estado de constante preocupación y presentará al menos tres de los siguientes síntomas: inquietud, fatigabilidad, dificultad de concentración, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño.
Estos trastornos le provocarán malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su vida. Si el trastorno se presenta con crisis de angustia el paciente presentará de forma temporal y aislada una marcada sensación de miedo o malestar y algunos de los siguientes síntomas físicos: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, atragantamiento, opresión torácica, nauseas, mareo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar como separado de uno mismo), miedo a perder el control, a morir, hormigueos y escalofríos o sofocaciones.
Si el trastorno por ansiedad se presenta con síntomas obsesivo-compulsivos, el cuadro se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones, entendiendo como obsesiones la presencia de pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que son intrusas e inapropiadas, y causan ansiedad o malestar significativo, que no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real, sino que son producidas por su propia mente a pesar de su esfuerzo por ignorarlas o neutralizarlas. Se entiende por compulsiones los actos mentales o los comportamientos de carácter repetitivo que intentan prevenir o reducir el malestar de las obsesiones.
Cuando el trastorno cursa con síntomas fóbicos, estos pueden ser por fobia específica o por fobia social. En este segundo caso, más frecuente, el paciente presentará un temor acusado y persistente por una o más situaciones o actuaciones en público que le lleva de forma casi invariable a una respuesta inmediata de ansiedad, que el individuo reconoce que es excesiva o irracional e interfiere acusadamente con la rutina normal del individuo.

VIOLENCIA Y SUICIDIO
Tal y como se dijo al final de la descripción de los cuadros depresivos, y con una marcada relación con la salud mental, existe un binomio que es el de alcoholismo y violencia. El alcohol tiene una influencia directa sobre el sistema nervioso central y afecta seriamente a las funciones cognitivas superiores del cortex prefrontal, lo cual altera la capacidad de autocontrol. Se ha observado en una serie de estudios una relación dosis-respuesta entre la gravedad de las lesiones producidas por la violencia y el consumo de alcohol. También se establecen relación entre la ira descontrolada y los trastornos depresivos mayores.
La violencia puede presentarse de diversas formas. Una de ellas es la heteroagresividad y por supuesto la conducta suicida. Se estima que el riesgo de suicidio en los alcohólicos es entre 60 y 120 veces superior al de la población general y se ha establecido una jerarquía de riesgo para el suicidio que es, por orden de importancia: tener más de 44 años; dependencia del alcohol; ser irritable, colérico o violento; una conducta suicida previa; ser varón; reacio a aceptar ayuda; mayor duración de lo usual de la sintomatología depresiva y otras causas que tienen menor relevancia.
Además el alcohol agrava cualquier trastorno mental previo que la persona pueda padecer y hace que tanto el trastorno, como el abuso de alcohol, tengan una peor evolución que si se diera solamente uno de los trastornos.
TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Otros trastornos de gran importancia en salud mental y con marcada prevalencia entre los pacientes con problemas relacionados con el consumo de alcohol son los trastornos de la personalidad.
La personalidad se concibe actualmente como un patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y de aprendizaje y en última instancia comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, afrontar y comportarse de un individuo. Sólo cuando los rasgos de personalidad son inflexibles y desadaptativos y causan un deterioro funcional significativo o bien malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la personalidad.
La relación entre el consumo de alcohol y la personalidad se ha basado, de forma tradicional, en la búsqueda de una personalidad adictiva. En la actualidad la investigación psicopatológica ha abandonado esa línea de investigación para centrarse en la relación entre los diagnósticos de personalidad específicos y el consumo de sustancias en general.
Los datos encontrados muestran claramente la existencia de una relación entre algunos trastornos de la personalidad y el alcohol, siendo los más asociados el trastorno antisocial de la personalidad y el trastorno límite de la personalidad. Con respecto al primero de ellos destaca su incapacidad de aprender de la experiencia y su dificultad de control sobre los impulsos. La asociación de este trastorno de la personalidad y del alcoholismo tiene pero pronóstico que uno sólo de estos diagnósticos.
En lo que respecta al trastorno límite de la personalidad, cuando se da junto al alcoholismo aumenta el riesgo de conductas autodestructivas y los trastornos del humor.

PERSONALIDAD DEL ALCOHÓLICO
Lic. Yusi Cervantes Leyzaola
No sabemos con certeza el porqué del alcoholismo. Lo que sí sabemos es que es una enfermedad física, mental, espiritual, emocional, familiar y social. Sabemos también que es progresiva y mortal y que no tiene cura: solo se puede controlar. El enfermo alcohólico que deja de beber y que sigue un programa de crecimiento personal como el de Alcohólicos Anónimos, puede tener una vida sana, productiva y feliz, pero seguirá siendo alcohólico toda su vida.
Se han investigado, por supuesto, los antecedentes familiares. Se ha encontrado que el alcohólico puede tener o no una familia de origen disfuncional -evidentemente esta última agrava el problema-. Por supuesto, los maltratos, la soledad, la falta de protección, la falta de valores, el medio ambiente hostil, la influencia de supuestos amigos que consumen drogas y alcohol y factores personales como una pobre autoestima son factores que precipitan el problema y favorecen que el alcoholismo se desarrolle con más rapidez. Algunos investigadores consideran que hay un factor congénito relacionado con la insuficiencia de ciertas sustancias en el cerebro, lo que explicaría ciertos rasgos de la personalidad que se presentan en el alcohólico aún antes de comenzar su carrera de embriaguez y que permanecen una vez que deja de consumir alcohol, a menos que entre en un proceso que lo lleve a mejores estados de conciencia y madurez. Los alcohólicos que se han recuperado plenamente (es decir, no sólo físicamente) saben, con toda seguridad, que no es suficiente con dejar de beber, independientemente de si esta personalidad tiene su origen en un factor congénito, conocerla nos puede permitir prevenir el problema, por un lado, y lograr una mejor recuperación, por el otro.

En cuanto a la prevención, cuando los padres o educadores, o la persona misma detectan estas características de personalidad, vale la pena buscar un modo de superar estos problemas, desarrollando en la persona la autoestima, la capacidad de comunicarse, la capacidad de amar y de recibir amor, entre otras cosas. Estas características no son exclusivas del alcoholismo y deberán enfrentarse siempre que se les encuentre. Muy especialmente cuando el alcoholismo ya se ha manifestado y se busca que la persona se recupere. Se trata de que se integre interiormente y que se integre a la familia y a la sociedad.

Algunas de las características de personalidad del alcohólico son las siguientes:
-Inmadurez e inaccesibilidad emocional.
-Dependencia emocional.
-Necesidad de llamar la atención.
-Incapacidad para amar, para dar y recibir. Sin embargo puede hablar muy bien del amor, como sucede en el caso de poetas, escritores y compositores alcohólicos.
-Problemas sexuales tales como homosexualidad latente, promiscuidad o inseguridad sexual.
-Soledad existencial. Se siente solo, escéptico, diferente, ajeno a todo. Compensa esta situación rodeándose de personas que le den por su lado y lo admiran, con frecuencia de menor edad o de una condición social inferior, entre las que el alcohólico destaca.
-Impulsividad. Actúa por impulsos cortos. No es constante, no persevera casi en nada. En compensación, puede ser compulsivamente disciplinado en una o dos disciplinas.
-Vive en un mundo de fantasía, sueña con frecuencia, lo que lo lleva a mentir.
-El alcohólico tiene un miedo vago a todo y a nada: una angustia existencial. Como consecuencia y compensación a sus miedos. Puede desarrollar una conducta agresiva.
-Incapacidad para integrarse. Como el alcohólico está desintegrado interiormente, no se acepta a sí mismo y se evade, tampoco puede integrarse a un grupo (a menos que sea para tomar). Pero muchos de ellos desarrollan una habilidad especial para manipular, controlar y dirigir a los demás. Puede dirigir grupos pequeños o grandes masas.
-Es muy sensible emocionalmente. Todo lo conmueve. Los demás consideran a veces que los alcohólicos son fuertes, pero en realidad son frágiles y endebles. Sin embargo, el consumo del alcohol los lleva a una anestesia emocional.
-Incapacidad de tolerancia a la frustración. Es introvertido, tímido, inseguro. Ante un fracaso genera resentimiento hacia los demás y autocompasión. Se siente a la vez culpable y víctima, y en suma, desdichado.
-Incapacidad de tolerancia al sufrimiento. No se enfrenta a él: se fuga.

EN ETAPA ACTIVA
El alcohólico en etapa activa también presenta estos rasgos:

-Marcados cambios en su forma habitual de comportarse cuando entra en contacto con el alcohol. Puede mostrarse notablemente desinhibido. Si suele ser frío, seco, puede volverse afectuoso; si es tranquilo, puede comportarse agresivamente; si es introvertido actúa en forma sociable…
-Constante negación de su enfermedad. Es habitual la frase: "Yo no soy alcohólico".
-El enfermo es cada vez más esclavo del alcohol.
-Hay frecuentes períodos de depresión y desesperanza. Esta se acentúa en la etapa de desintoxicación. Tiene conductas autodestructivas -además del consumo de alcohol- y un constante auto rechazo. Tiene pensamientos fatalistas, como el de considerar "¿Qué importa ya?".
-Sentimientos de culpa e impotencia ante los constantes fracasos por controlar su enfermedad y su vida, y también por el daño que causa a los suyos.
-Sentimientos falsos, exagerados y/o distorsionados, lo que lleva a cometer actos que sobrio no cometería como agresiones, encuentros sexuales, etc.
-Tiene bajo contacto con la realidad. A medida que avanza la enfermedad aumentan los rasgos esquizoides -preocupaciones paranoicas (cree que alguien quiere hacerle daño), alejamiento de los demás, fantasías de omnipotencia-.
-Tiene un yo débil y paulatinamente va perdiendo el contacto con ese yo.
-Su autoestima, su responsabilidad y su autocontrol son débiles y se debilitan cada vez más.
-Entra en luchas por cuestiones relacionadas con el dominio-sumisión.
-Su dependencia lo hace confiar irracionalmente en agentes externos (una gran dependencia) para lograr seguridad, protección, amor, comida, aceptación, comodidad. Y para lograrlo usa la exigencia, la manipulación y el chantaje.
-Usa una fachada agresiva de actividad vigilante respecto a la satisfacción impulsiva de sus deseos o a la búsqueda de protección.
-Cuando la intoxicación por alcohol continúa durante el tiempo y con intensidad suficiente, desemboca en síndromes irreversibles. Uno de ellos puede ser la desintegración de la personalidad y el otro la demencia. En la desintegración de la personalidad comienza a desestructurar todo lo adquirido por la educación: normas éticas, modales. El alcohólico va descendiendo en la escala social y profesional. El abuso alcohólico le produce fases de agresividad, crisis de furia y se vuelve antisocial, hasta que tiene que ser internado en un hospital psiquiátrico en forma permanente. La demencia es un deterioro grave de la inteligencia. El alcohólico pierde los conocimientos y las habilidades que tenía bien aprendidos - incluidas las de su trabajo-.
Es importante señalar que no todos los alcohólicos tienen estas características. Una persona puede no tener alguna o muchas de ellas, y ser alcohólico, porque lo que define al alcohólico es su pérdida de libertad frente al alcohol. Ante el que siente una auténtica e irresistible apetencia frente a la que su voluntad fracasa. Pero esto es algo que el alcohólico suele negar: "No es irresistible -dicen- puedo dejar el alcohol cuando quiera…", y sigue cayendo, destruyendo su vida y la de los demás.
Ojalá, considerar estas características de la personalidad del alcohólico permita que algunos se detengan a tiempo, y que otros, que están ya en la etapa de la recuperación, sean más conscientes de que no es suficiente con dejar de beber; hace falta también un desarrollo personal y un crecimiento espiritual.
Revista ANUDANDO, Consejo Estatal Contra las Adicciones del Estado de Querétaro,
Año 3, Edición 17, Mayo-Junio 2002.